10/02/23 | 15:56pm

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El masivo adiós para Álvaro Marenco, el genio de las mil caras y del millón de amigos

Yuri Lorena Jiménez

El ensordecedor aplauso con el que culminó la misa del funeral de Álvaro Marenco Marrocchi la tarde de este viernes fue el corolario de un intenso devenir emocional entre familiares, colegas, amigos y admiradores de este personajazo que falleció este jueves 9 de febrero a los 79 años por complicaciones tras una cirugía.

Fue justamente Ítalo, el menor de los hijos, quien al final de la ceremonia sacó fuerzas y pidió un aplauso para su padre. La Iglesia parecía caerse ante la efusividad de las palmas que parecían no acabarse.

Reconocido en el país como todo un personaje de la actuación en todas sus formas, mentor de varias generaciones y dueño de una personalidad desbordada que deslumbraba a quienes lo trataban, Alvarito, como le llamaban muchos de sus allegados, tuvo una despedida acorde con todo el amor y admiración que cosechó.

Tanto el velatorio realizado en las Capillas del Magisterio Nacional la noche del jueves, como la misa del último adiós en la Iglesia San Juan Bosco --Barrio Don Bosco--, este viernes a la 1:30 p. m. oficiada por el sacerdote salesiano Ronald Córdoba estuvieron colmadas de gente que lo amó y lo admiró, empezando por supuesto por sus tres hijos, Danny, Valentina e Ítalo.

Durante la vela las manifestaciones de dolor se mezclaban con las risas, tal y como a Alvarito le habría gustado, según dijo en una entrevista cinco años atrás: "Quiero que me lloren mucho pero que también se rían ¡que sea un desmadre aquello!", dijo entre risas.

Lo de desmadre sí se lo quedaron debiendo: tanto en el velatorio como en la Iglesia se percibía un ambiente de respeto, de introspección, de reflexión y de tristeza ante el inminente adiós.

Eso sí, mientras Marenco permaneció en la funeraria, quienes quisieron acercarse al ataúd para verlo y despedirse por última vez coincidieron en la belleza de los detalles: Alvarito yacía hermoso, sereno y ataviado ¡cómo no! con una de sus famosas camisas multicolores de manga larga. Una guapura total.

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En la ceremonia en la iglesia, Ítalo, el menor de sus hijos y quien justo este viernes está cumpliendo 40 años, fue uno de los parientes más afectados pero, aún así, se tragó sus lágrimas cada vez que alguien llegaba a ofrecerle el pésame, el consuelo, un abrazo, o a pedirle una entrevista.

Durante la hermosa homilía el sacerdote Córdoba felicitó a Ítalo por su cumpleaños y agradeció que se pudiera estar celebrando el nacimiento y también la muerte, ambos parte de la vida.

Medios de prensa y rostros conocidos fue lo que abundó este viernes. Y también la solemnidad y la dignidad.

Por citar algunos nombres, entre la vela y la misa estuvieron los directores de cine Oscar Castillo y Esteban Ramírez, los actores Gustavo Rojas, Andrés Montero, Leynar Gómez, Alejandro Rueda, Thelma Darkings, Rocío Carranza, el Padre Mix, el Tigre Tony, Norval Calvo y Manuel Fresno, entre otras figuras.

Interminable sería recopilar los recuerdos y enseñanzas que Marenco les dejó a todos. La actriz María Torres lo definió en pocas palabras: “Álvaro fue un ícono de la fortaleza, la lucha y el deseo por vivir más grande que he conocido, un hombre al que la edad nunca lo detuvo, nunca fue un adulto mayor, siempre fue joven y fue un gran ejemplo para nosotros de que la edad no implica dejar de trabajar, él más bien estaba con más ganas de hacer cosas todos los días, tenía infinidad de proyectos, además fue un gran hombre, gran profesional, gran amigo, y por supuesto divertidísimo, de los atributos más maravillosos que tuvo… fue un gran padre y un gran abuelo”, reflexiona la actriz.

Varito

Por su parte, el cineasta Esteban Ramírez, quien cultivó por varias décadas una entrañable amistad con Marenco, dijo: “Obviamente Álvaro significó muchísimo en mi vida, fue una persona con un positivismo, entusiasmo y generosidad invaluables en mi vida, más en esta carrera que es tan difícil uno necesita gente como él, una persona que se caracterizaba por sus actos de fe y que cuando las cosas no me salían tan bien, ahí estaba él de primero al pie del cañón, le estaré agradecido por siempre, va a ser complicado aprender a vivir sin Álvaro…” afirmó Ramírez con voz apocada.

Tras la ceremonia religiosa, parientes y amigos de Varito se disponían a desplazarse al Cementerio de Paraíso de Cartago, la morada final del querido Marenco.

Las razones son monumentales, pues ahí yacen, según explicó Sylvia Marenco, su sobrina: “Es que ahí están todos, Nonito y Nonita (abuelos), su mamá Petrita, su papá Lolo, y su hermano Rodrigo”, explicó Sylvia mientras cada quien tomaba su rumbo y un par de señoras que no conocían personalmente a Álvaro, asistieron a la misa y le preguntaban al guarda de la Iglesia que si la familia pondría un bus para que los admiradores de Alvaro viajaran hasta Paraíso.

Después de que el muchacho les dijera que desconocía ese detalle, las señoras se fueron caminando despacito: “Si no, vamos nosotras en bus, un día de estos”.

Ese tipo de pequeños grandes detalles eran los que generaba Alvaro Marenco en vida y, por lo visto, también en la hora de su muerte.

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