Michael Rodríguez y Anthony Venegas enviaron una carta a Francisco para pedir la audiencia
AFP
22/01/19 | 11:28am
Dos costarricenses que aseguran haber sufrido en su adolescencia abusos sexuales por un sacerdote, anhelan encontrarse con el papa Francisco durante su visita a Panamá para buscar su apoyo en su lucha por hacer justicia.
Michael Rodríguez, de 38 años, y Anthony Venegas, 33, enviaron una carta a Francisco para pedir la audiencia, y aunque tienen constancia de que la misiva fue entregada, no tienen respuesta.
"Por medio de una persona logramos entregarle una carta al papa, le decimos que nos encantaría tener una audiencia con él, decirle frente a frente lo que hemos vivido, darle pruebas contundentes", dijo a la AFP Rodríguez, un ingeniero que trabaja con equipo médico.
Acotó que "al papa le ha tocado una época difícil, después de décadas de encubrimiento en la que (la jerarquía católica) se encargaban de dejar todo encapsulado para evitar escándalos".
"Este país necesita que Roma le preste atención", comentó Venegas, un técnico dental. "Necesitamos que se den cuenta que no solo en Estados Unidos o Chile pasan estas cosas. En Costa Rica y Centroamérica también, pero nadie nos vuelve a ver", lamentó.
Ambos contaron haber sufrido abusos a manos del sacerdote Mauricio Víquez cuando era párroco de sus respectivas comunidades, y los dos adolescentes servían de monaguillos en la parroquia.
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Relataron que los abusos comenzaron cuando el sacerdote les tocaba los genitales, más adelante los masturbaba o hacía sesiones de masturbación mutua o incluso grupal, involucrando a otros menores.
Rodríguez vivió esa situación entre los 13 y 17 años de edad, hasta que el sacerdote Víquez fue removido de su comunidad en Tres Ríos, este de San José, y transferido a Patarrá (sur), donde vivía Venegas, entonces con 14 años.
Con ayuda de una vecina que se percató de los hechos, Venegas llevó sus reclamos en 2003 a la curia metropolitana, y quien recibió su denuncia fue el padre José Rafael Quirós, actual arzobispo de San José.
Tras esa denuncia, Víquez fue retirado de su cargo en Patarrá, pero continuó dentro de la iglesia. Anthony Venegas reclama que no se aplicaron los protocolos de denuncia canónica.
"Nos prometieron anonimato y protección, pero nada de eso se cumplió", aseguró.
Rodríguez no se atrevió a interponer una denuncia ni a hablar de los abusos sufridos hasta el año pasado, cuando acudió el 15 de mayo a presentar su denuncia canónica formal contra Víquez.
Desde entonces, él y Venegas se han convertido en los rostros visibles de la lucha por hacer justicia para las víctimas de abusos sexuales a manos de sacerdotes en Costa Rica.
Cada uno de ellos presentó también una denuncia ante la Nunciatura Apostólica contra el arzobispo Quirós por el supuesto encubrimiento de su caso.
El arzobispado de San José envió a AFP una respuesta escrita a las denuncias de Venegas y Rodríguez, en la que asegura que el 27 de julio pasado, "Mauricio Víquez fue suspendido 'Ad Divinis', lo que significa una privación del ejercicio ministerial de forma total y provisional mientras se concluye la causa en la Santa Sede".
Aseguró que tras el reclamo de Venegas en 2003, el padre Víquez fue separado de su cargo en Patarrá y no recibió más "responsabilidades parroquiales".
Víquez era portavoz de la iglesia para asuntos de la familia en 2016, con una imagen de defensor de la familia tradicional y contrario a los derechos de los homosexuales, cuando grupos de diversidad sexual revelaron que el religioso practicaba sexo con hombres adultos.
La denuncia tuvo amplia repercusión en la prensa local.
Ante esa información, dice el texto de la iglesia, el arzobispo Quirós "limitó aún más el ejercicio del ministerio sacerdotal" de Víquez.
Rodríguez y Venegas cuentan que los abusos sufridos les dejaron secuelas difíciles de superar. Sintieron deseos de suicidarse, creó inseguridades en sus relaciones con otras personas, dudas sobre su identidad sexual y golpeó su rendimiento en el colegio.
Los dos recibieron terapia para superar los traumas que les dejó la experiencia.
Cuando el año pasado aceptaron dar la cara y hacer pública su denuncia, fueron objeto de burla en redes sociales.
Ambos dicen que algunas personas comentaron en las redes que "seguro les gustó porque pasaron tantos años" sometidos a los abusos.
"La gente no sabe el poder que una figura religiosa tiene sobre uno", reclama Rodríguez.
Aún así, su testimonio sirvió para que otras personas se atrevieran a denunciar casos similares. Actualmente la iglesia dice tener nueve denuncias de abusos de menores contra Víquez, aunque Rodríguez y Venegas saben de muchos más casos y de otros sacerdotes involucrados.
Su lucha apunta ahora también a una reforma del código penal para que casos como los de ellos no prescriban ante la justicia.
Actualmente los casos de abuso sexual de menores prescriben 10 años después de que la víctima cumple la mayoría de edad, a los 18 años.
Ambos buscan el respaldo de diputados y el gobierno para elevar ese período de prescripción a 25 años.
Venegas y Rodríguez esperan discutir su iniciativa con el papa Francisco para obtener su apoyo.
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