Las reservas sudafricanas realizan estas cirugías de “descorne” para mantener a los animales a salvo del tráfico ilegal.
27/01/21 | 07:29am
Un dardo cruza la sabana africana desde un helicóptero hasta su objetivo. El rinoceronte negro se desploma y un grupo de 30 personas interviene para remover el cuerno del animal. Lejos de hacerle daño, buscarán protegerlo.
Como parte del equipo en tierra, el veterinario costarricense, Gianmarco Bettoni, inserta un tubo de oxígeno en la nariz del animal. Esta es una acción precautoria, luego de administrarle un sedante entre mil y tres mil veces más fuerte que la morfina.
Este es el procedimiento normal para el “descorne” de los rinocerontes, una práctica común en las cercanías del Parque Nacional Kruger, en Sudáfrica, donde Bettoni realiza labores para evitar la caza de estos animales.
La idea es sencilla: al no encontrar rinocerontes con cuernos para la venta, los traficantes evitarán asesinarlos. Datos del país vecino de Zimbabwe muestran que el descorne aumenta en 30% las probabilidades de supervivencia del animal.
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Pero, mientras proceden con la cirugía, queda claro que este es un esfuerzo arduo y costoso, explica Bettoni en entrevista telefónica con AmeliaRueda.com. Un mínimo de 30 personas se necesita para una sola cirugía.
“Es duro llevar a cabo estas operaciones. Es irónico tener que quitarle el cuerno”, dice el veterinario oriundo del cantón de La Unión de Cartago. “Pero se ha comprobado que definitivamente mitiga la caza ilegal”, añade.
El grupo trabaja acompañado por un equipo de seguridad. Los cazadores son conocidos por ser hostiles, según cuenta, por lo que deben ser cuidadosos con sus pasos. Un encuentro podría ser peligroso.
El principal mercado para los cuernos es el asiático, cuyos precios alimentan el mercado negro. “Por cada kilogramo son $50 mil. Si uno se topa con un grupo de estos, ellos van a dispararle a uno”, aseguró el veterinario.
El cuerno, en sí, está compuesto casi completamente por queratina, misma sustancia que compone nuestro pelo y uñas. En China, estos cuernos son usados para tratar fiebres y aliviar artritis, pese a que no existe evidencia sobre sus beneficios.
Al final, la peor parte la llevan los animales. El rinoceronte negro, por ejemplo, se mueve en el filo de la extinción, con una población cercana a los 5 mil individuos salvajes. Ahí, ningún rinoceronte sobra.
No hay una manera sutil de remover un cuerno de rinoceronte. Los médicos tapan los ojos y oídos del animal y proceden a cortar el cuerno con una motosierra. El animal, dormido, ni siquiera se inmuta.
Aún así, hay diferencias quirúrgicas entre el procedimiento de los veterinarios y el de los cazadores. En primer lugar, en vez de utilizar etorfina, los traficantes inmovilizan al animal con disparos. Solo esto, muchas veces, les causa la muerte.
Pero, en caso de sobrevivir, la operación de los traficantes es mucho más dolorosa, explica el veterinario. Ellos, sin anestesia, cortan su cuerno desde la raíz, con la intención de sacar el máximo provecho comercial.
Ese corte, posteriormente, se puede infectar y provocar la muerte del animal. Por eso, los veterinarios dejan la raíz del cuerno intacta, la cual posteriormente sana en un cuerno mucho más pequeño, indicó el veterinario.
Para darle seguimiento, además, los científicos colocan un dispositivo rastreador en el animal. Al ser un depredador tan grande, usualmente, los rinocerontes vuelven a su hábitat con normalidad, sin mayor amenaza que los humanos.
La parte más peligrosa de operar a un rinoceronte es cuando pasa el efecto de la anestesia. “Una vez que se revierte la droga, hay que salir corriendo o subirse en algún palo para evitar que el animal lo embista”, añadió.
En muchas formas, la sabana africana es similar a su natal San José, bromea Bettoni. Al igual que los mapaches que invaden las casas en el Valle Central, los hipopótamos suelen hacerlo en Sudáfrica.
Él se encarga de aliviar este tipo de conflictos, como parte de un entrenamiento en conservación de vida silvestre. Poco después de graduarse como veterinario, arribó al continente africano para realizar el programa.
Aún así, asegura que hay mucho trabajo por delante, ya que la destrucción de ecosistemas, la caza ilegal y la contaminación han puesto en jaque a muchos animales.
De hecho, el ritmo actual de extinción de especies es el más acelerado desde que se extinguieron los dinosaurios. Los científicos lo llaman la “sexta extinción masiva”.
“La gente debe entender lo que pasa. Se debe inculcar desde las escuelas y colegios la educación ambiental. Debemos procurar por el bien del planeta y el bien común”, concluyó Bettoni.
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