Dos meses y 14 personas fueron necesarias para que el mural cobrara vida en la pared del Hotel Presidente, en San José
María Esther Abissi
03/02/17 | 13:29pm
Un gigante de ojos tristes está buscando su gato perdido en San José. Exactamente entre la Avenida Central y la calle 7, el gigante de nariz ovalada dejó banderas rosadas colgando de las ventanas en donde los vecinos parecen haberlo visto. Sus patas se asoman en una y otra ventana...en otra más se asoman dos ojos verdes entreabiertos, aunque los de su gato sean azul intenso.
El gato azul se esconde entre los picudos techos de una ciudad de 17 colores sobre los que se amontonan otro poco de casas más, mientras que su dueño, un gigante con ojos redondos recorre las calles con melancolía buscando a su felino.
Esa es la historia del gigante que perdió su gato en San José, reflejada en el mural de 500 m2 del Hotel Presidente, sobre la Avenida Central e inaugurada este viernes. Su pintor, Sergio Guillen, un artista plástico nacional que ganó el concurso Tu Ciudad Tu Lienzo, que incentiva la creación de murales urbanos en San José, admite que la obra es una mezcla de capas de diseño y narrativa que hicieron que ganara el premio luego de participar el año anterior sin éxito. Para el artista, la segunda es la vencida.
Guillén, un joven de 31 años de ojos pequeños y pintura en el marco de sus anteojos, admite que una mezcla de euforia y miedo fueron necesarios para que el mural, que estuvo diseñando durante tres noches, cobrara vida.
Según comenta, los gigantes siempre han estado en su vida y en sus pinturas. Cuando participó por primera vez en el concurso y no ganó, también hizo una gigante, en ese caso, rodeada de un bosque. La segunda vez, decidió trasladar el gigante a la ciudad y que fuera la cara principal del mural urbano.
Durante dos meses, 10 voluntarios y cuatro asistentes fijos apoyaron al artista para que el gigante pudiera dejar las banderas en los techos y buscara entre las ventanas, pero también, ayudaron a esconder el gato.
Para ello, Guillen hizo un dibujo que dividieron en una cuadricula y entre todos, comenzaron a pintar casi por números uno a uno los cuadros que integran ahora el colorido mural.
Cuando era un estudiante, Sergio comenzó a pensar que la pintura de caballete no podía llegar a todos, muy pocos podían apreciarla y un grupo más pequeño todavía podía comprarla. Por eso, comenzó a hacer pequeños murales y se dedicó al arte urbano, que “puede ser apreciado por cualquier persona”, una decisión que hoy alegra las calles de San José y a quienes transitan por ellas.
Pese a que durante la ejecución hubo algunos errores nadie se dio cuenta. Las miradas se enfocan en los colores de lo techos y las casas que parecen estar vivas, atrapadas en una ciudad de 500 metros cuadrados.
Al final del día, las banderas no sirven de pista y el gigante no encuentra su gato, pero aquí no acaba la historia. Sigue viva en la mente de los transeúntes y de quienes se encuentran el colorido edificio. Para el artista, la historia es de quienes se encuentran con ella, que serán los que le cambien el destino del gato escondido en los techos de San José.
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