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​La sedimentación ligada a la carretera generó menos diversidad acuática en la orilla costarricense del río.

Trocha fronteriza golpeó biodiversidad acuática del río San Juan, concluye estudio internacional

​La sedimentación ligada a la carretera generó menos diversidad acuática en la orilla costarricense del río

26/11/20 | 15:48pm

La orilla norte del río San Juan, en Nicaragua, abunda con pequeños organismos acuáticos, quienes dan señales de una buena salud del ecosistema. En contraste, el lado costarricense está “significativamente degradado”.

Un grupo de investigadores de la Universidad de California Berkeley (Estados Unidos) encontró que la ruta 1856 —conocida como “trocha fronteriza”— tuvo un impacto negativo en la biodiversidad acuática del río San Juan.

Por el tipo de afectación, el estudio apunta a que la principal razón serían los sedimentos generados por la carretera. Estos, según el estudio, causan impactos por lo menos 10 veces mayores que la sedimentación por agricultura.

“Todas nuestras medidas indican claramente que las condiciones eran más favorables para los organismos acuáticos a lo largo de los deltas de la orilla Norte que a lo largo de los deltas de la orilla Sur”, señala la investigación.

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Esto es algo que ya se había advertido. En 2012, el director del Refugio Nacional de Vida Silvestre Mixto Maquenque, Rogelio Jiménez, alertó que el movimiento de tierras para construcción contaminó el río San Juan con sedimentos.

Posteriormente, un estudio del 2015 elaborado por el Centro Científico Tropical también apuntó a la contaminación por sedimentos: antes de llegar a la carretera, el agua estaba limpia, pero al pasar por ella se encontró la afectación.

La Universidad de Berkeley, ahora, confirmó un impacto en la biodiversidad del río. Este reciente estudio fue publicado en la revista científica Plos One el pasado 17 de noviembre.

En particular, el estudio advierte de afectación en las comunidades de macroinvertebrados, organismos muy pequeños que sirven de alimento para peces y limpian el agua.

“Al ser tantos y tan abundantes, son una de las fuentes de alimento para toda la cadena alimenticia que está en el río”, explicó el investigador del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) de la Universidad de Costa Rica (UCR), Jorge Valerio, quien no participó del estudio.

“Bichillos” del río

La investigación de la Universidad de Berkeley analizó a los “bichillos del río'', como los llamó Valerio. Ellos encontraron una afectación en estas comunidades en el lado costarricense, lo que apunta a una mala salud del ecosistema.

Los investigadores analizaron dos grupos de pequeños organismos llamados macroinvertebrados (principalmente insectos de río, entre otras especies) y perifiton (bacterias, hongos y algas de río principalmente).

En 2014, los científicos tomaron muestras de 16 sitios del delta del río San Juan; ocho del lado norte y ocho del lado sur. En estos, no solo midieron la biodiversidad presente, sino también las características del agua.

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En el lado costarricense, por ejemplo, los investigadores encontraron agua ligeramente más ácida y más partículas finas, asociadas con la sedimentación. Por el contrario, el lado nicaragüense tenía condiciones más asociadas con un drenaje natural.

Pero el impacto más significativo fue en los macroinvertebrados, los insectos acuáticos. La diversidad de especies fue, en promedio, el doble en el lado norte que en el lado sur. Además, la abundancia (cantidad) de animales fue más de cinco veces mayor en promedio.

Ante tal diferencia, los científicos estadounidenses buscaron otras explicaciones: los sedimentos arrastrados por el drenaje natural o por la corta de árboles. No obstante, en ningún caso se encontró una relación.

Las comunidades del lado costarricense, “afectadas por afluentes que drenan taludes recientemente alteradas para la construcción de carreteras, están significativamente degradadas en comparación” con las del lado nicaragüense, señala la publicación.

Ruta 1856

La trocha fronteriza, una carretera diseñada para mejorar el control fronterizo con Nicaragua, se construyó en medio de polémicas por corrupción y con poca evidencia científica sobre su impacto ambiental.

De hecho, un informe sobre esta obra del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA) del 2012 incluso señaló que “el proyecto no cuenta con planos ni estudios preliminares”.

“Se construyó dicha ruta sin un solo plano que señalara el trazado para abrir el camino ni cuáles debían ser sus características. Situación que provoca mayores costos, problemas ambientales y un rápido deterioro del proyecto”, dice el informe.

El mismo documento advierte de que se debe revisar los impactos ambientales, debido a la cercanía de manglares —como el caso de Caño Negro— y la posible descarga de sedimentos al río San Juan.

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Pero este es un problema histórico del país, señaló Valerio. “El manejo de cuencas es uno de los desafíos principales que tenemos en nuestra zona norte”, aseguró el investigador de la UCR.

La carretera recorre la orilla del río San Juan por 108 kilómetros. En 17,9 kilómetros de ese total, mantiene una distancia de solamente 50 metros del cauce. Además, la carretera cruza 128 quebradas que eventualmente desembocan en el río.

Nicaragua acusó a Costa Rica ante la Corte Internacional de Justicia por esto. No obstante, en 2015, los jueces del tribunal de La Haya concluyeron que el país no pudo demostrar daño ambiental al cauce.

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