Durante el debate no se aportaron pruebas que acreditaran un ataque sexual
18/08/21 | 11:10am
El Tribunal Penal de Cartago absolvió a Nelson Sánchez Ureña por una supuesta violación a Allison Bonilla Vásquez, ocurrido antes de que la asesinara y se deshiciera de su cuerpo en un botadero clandestino de San Jerónimo de Cachí de Paraíso.
Por unanimidad, el órgano jurisdiccional descartó una posible agresión sexual, toda vez que no se presentaron pruebas para acreditar la acusación hecha por el representante legal de la familia de la víctima, Rodrigo Araya Solano.
El propio querellante y actor civil había solicitado la absolutoria durante sus conclusiones el pasado lunes, ya que, explicó, si el acusado se disponía a declarar, podría interrogarlo sobre una confesión que hizo el 2 de septiembre de 2020 cuando se le tomó declaración indagatoria (momento procesal en el que a una persona se le informan los delitos por los que se le investiga y las evidencias que existen en su contra); misma de la que se retractó casi tres semanas más tarde.
"Se absuelve de toda pena y responsabilidad a Sánchez Ureña por el delito de violación que se le venía atribuyendo por medio de la querella en perjuicio de Bonilla Vásquez", manifestó el juez Franklin Ramírez Montero al leer el por tanto de la resolución de este 18 de agosto.
Que se liberara de penas al sujeto de alias Sukia en cuanto al aparente sexual, a su vez se trajo abajo cualquier posibilidad de aplicar el inciso 8 del artículo 112 del Código Penal, con el que Araya Solano y Paula Aragón Gómez, de la Fiscalía Adjunta contra el Narcotráfico y Delitos Conexos, pretendían una condena de 35 años de cárcel por homicidio calificado.
"Ellos argumentan que es que usted lanza el cuerpo de Allison al precipicio (donde estaba el basurero) para garantizarse su impunidad, tiene que ver con la comisión de un delito, pero tiene que ser otro delito, no el mismo homicidio que se está cometiendo, sino que lo que tuvo que haber sucedido es, por ejemplo en este caso, tener por demostrado que usted ultrajo sexualmente a Allison y con el fin de ocultarlo, acaba con la vida de esta", explicó el decisor.
Asimismo, el Tribunal Penal de Cartago descartó la aplicación del inciso 5 del numeral 112 de la norma, que refiere a la alevosía o ensañamiento a la hora de cometer un asesinato.
Para Ramírez Montero, al igual que las juezas Jenny Almendaris Solís, Magaly Orue Rivera; no existía forma en que el ahora condenado pudiera idear un plan para matar a la joven, toda vez que desconocía que ese día le iban a cancelar las clases y que no se iba a devolver a casa en compañía de un familiar.
"Si bien es cierto, se describió de manera amplia que el lugar era un lugar en el que casi no pasaban vehículos, en el que habían pocas viviendas, donde incluso la finca La Flora era un lugar donde no habían casas cerca, lo cierto del caso es que no tenemos por demostrado una programación de ideas suyas para acabar con la vida de Allison y que es hasta que se dan los hechos que usted lanza el cuerpo de ella al precipicio. Precisamente porque de los mismos elementos de prueba que se incorporaron al contradictorio se logró determinar que no había forma que usted supiera que ese día, poco antes de las nueve de la noche, Allison iba a pasar frente a su casa y que eso iba a darle a usted la posibilidad de llevarla a un lugar, asegurarse que no tuviera riesgo para usted y así perpetrar el homicidio.
"Esto no se logró determinar porque las pruebas que se trajeron al debate nos hicieron ver que ese día Allison se vino antes del colegio, porque a pesar de que ella se trasladó en horas de la tarde para recibir clases en el colegio nocturno donde cursaba el sétimo año, le cancelaron las lecciones. E incluso, ese día, según se nos informó, ella iba a viajar con un primo y esta situación no fue tal, pero no había forma en que usted lo supiera y que por ende usted organizara todas sus ideas, las preordenara y acabara de forma alevosa con la vida de esta joven", precisó el juzgador.
Debido a lo anterior, el órgano jurisdiccional calificó los hechos como un homicidio simple, figura prevista en el artículo 111 del Código Penal y cuya máxima sanción son los 18 años de cárcel; decisión que Araya Solano anunció será apelada. La alternativa de una calificación legal distinta fue planteada por el defensor público, Adrián Rojas Rodríguez, de manera subsidiaria en sus conclusiones.
Allison Bonilla Vásquez desapareció la noche del 4 de marzo de 2020, mientras caminaba de vuelta a su hogar en Ujarrás de Paraíso de Cartago. Ese día regresó antes del colegio nocturno de Cachí porque las clases se cancelaron.
Ella viajó en bus y al llegar a la parada más cercana a casa se bajó para emprender a pie un recorrido de 1,2 kilómetros en el que se toparía a su madre, Yendry Vásquez Cordero. Sin embargo, en esta ocasión la joven que entonces tenía 18 años no apareció.
La pesquisa realizada por la Delegación del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) de Cartago -iniciada un día después, a partir de la denuncia hecha por la mamá de la víctima- apunta a que en el camino, Bonilla Vásquez fue interceptada presuntamente por Nelson Sánchez Ureña, un vecino suyo de 29 años de edad.
El 5 de marzo de 2020 la Policía Judicial encontró en una explanada a 300 metros del clausurado paradero turístico Charrara unos anteojos que pertenecían a la víctima.
Desde ese momento, se estableció un sitio de trabajo que implicó una inspección profunda de la zona, con lo que fue posible ubicar un rastro de sangre que se extendía por 140 metros, hasta una finca situada en la vera del camino que recorría Bonilla Vásquez. La misma concordaba genéticamente con la familia de la joven.
Fue entonces cuando el Organismo empezó a realizar entrevistas, perfiles y análisis de datos -incluida información confidencial- que lo llevaron a acercarse a la Fiscalía Adjunta contra el Narcotráfico y Delitos Conexos para pedir un allanamiento en la casa que habitaba Sánchez Ureña, el cual se concretó la tarde del 25 de marzo de 2020 y se repetiría 4 días más tarde.
Durante el primer operativo, se decomisó el vehículo del entonces sospechoso. Para aquella oportunidad, el Ministerio Público se limitó a indicar que el sujeto era sospechoso pero que en las diligencias no se encontraron indicios o evidencias importantes para la causa 20-000825-0058-PE.
Ocho días más tarde un peatón encontró la cédula de Bonilla Vásquez en un cafetal de Ujarrás de Paraíso.
El 1° de julio de 2020, el abogado Rodrigo Araya Solano ofreció una conferencia de prensa en la que afirmó que ya sabía quién había tomado a la joven. Incluso, en esa oportunidad aseveró que otras dos personas le ayudaron a la primera a perpetrar el crimen.
No obstante lo anterior, fue hasta el 2 de setiembre de 2020 que la Policía Judicial y el Ministerio Público procedieron a realizar la captura de Sánchez Ureña.
El director general del Organismo, Wálter Espinoza Espinoza, explicó un día más tarde que el sospechoso era objeto de vigilancia y monitoreo, toda vez que se estimaba que este podía regresar a algún sitio que permitiera dar con el paradero de la mujer; situación que no ocurrió. En esa oportunidad, el jefe policial también reveló que en el carro incautado se encontró sangre coincidente con el rastro que llevaba a la finca La Flora.
Sin embargo, se determinó que el sospechoso tenía previsto cambiar de domicilio, por lo que se procedió a su captura.
Una vez detenido el sujeto este confesó haber interceptado, violado y asesinado a la joven cuando rindió declaración indagatoria, según lo dio a conocer Araya Solano el 4 de setiembre de 2020. Pero en un segundo momento procesal, 24 días más tarde, retiró lo dicho y alegó entonces que su versión inicial se dio en medio de presiones por parte de servidores judiciales.
A raíz de un reporte la Policía Judicial inició la búsqueda del cuerpo de Bonilla Vásquez en un botadero de basura clandestino en San Jerónimo de Cachí de Paraíso el 3 de setiembre de 2020, pero fue hasta 25 días después que se lograron ubicar huesos humanos y prendas que el 5 de octubre de 2020 se confirmó pertenecían a la joven.
El 10 de octubre de 2020, la madre de la joven llevó una cruz y arreglos florales hasta el lugar en el que se encontrar los restos óseos para despedir a Bonilla Vásquez. El funeral de la mujer se llevó a cabo 15 días más tarde.
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