El actor y economista Fred Herrera lidera desde hace casi dos años un plan interinstitucional para conservar la joya otros 120 años, cuando menos
22/09/17 | 08:52am
Fred Herrera no se cansa de repetirlo: el Teatro Nacional está en inminente riesgo de incendio. “Todos tenemos que tomar nuestras responsabilidades, porque si el Teatro Nacional se quemara, todos seríamos responsables en alguna medida… Sería una nube negra inmensa, simbólica, de una negrura tremenda”, advierte el economista y actor, al frente de la institución desde agosto de 2015.
Para minimizar la vulnerabilidad de la joya arquitectónica josefina, emblema del liberalismo político costarricense, un equipo interinstitucional liderado por Herrera y el ingeniero José Manuel Blanco trabaja desde hace casi dos años en la ejecución de un plan denominado ‘Programa Integral de Seguridad y Conservación del Monumento Histórico: Teatro Nacional de Costa Rica’, que traza los pasos para lograr la reestructuración del edificio y su obligadísima protección.
“Yo habré cumplido en lo que el destino me dio diciendo que hay urgencia y que esto es delicado”, reflexiona el jerarca. “A mí me toca acompañar y vigilar la producción de los planos, cuan complejos sean, amparándome en los técnicos que, en cada materia, deben dar su criterio”, explica, a propósito de los complejos esquemas que, desde el punto de vista de ingeniería, detallan la sustitución del sistema eléctrico y la actualización tecnológica del escenario, entre otros aspectos que requiere el coliseo.
“De aquí a que comiencen los trabajos, puede pasar un año, o un año y medio. Hay que ubicarse en el calendario. En este momento estamos terminando los planos, o sea, esto es Costa Rica”, comenta. “Lo que le quiero decir es que los tiempos administrativos son algo delicado, y hay que ser muy prudente”.
El panorama actual es un inmueble histórico que, salvo un breve lapso (entre 2008 y 2009) nunca contó con un seguro contra incendios debido a que el edificio, con un sistema eléctrico totalmente desfasado, no reunía las condiciones mínimas necesarias para que ninguna aseguradora tomara el riesgo de protegerlo.
Este año (2017), sin embargo, por primera vez en su historia, el inmueble contará con diseños técnicos que respaldan la mayoría de las 10 etapas de su reestructuración previstas en el ‘Programa’, y en el que han dado sus aportes expertos del ICE y de la empresa estadounidense especializada en planificación y diseño para teatros Schuler Shook, entre otros.
El Instituto Nacional de Seguros (INS), por su parte, también hizo una oferta formal de aseguramiento. “Antes de fin de año el Teatro Nacional estará asegurado”, promete Herrera. Las condiciones de la póliza, por $75 mil anuales, están siendo negociadas actualmente.
“Se trata de una ‘primera vez’ en muchos aspectos”, asegura el director. “Hay que tener madurez, pero sobre todo humildad, para encarar la restauración que requiere el Teatro, precisamente por la excepcionalidad de la edificación”, explica. “El Teatro es un edificio, en este país, rarísimo. En Europa sería uno entre un montón, pero aquí es casi único”.
No se equivoca. En el país, no hay otro edificio con sus características, y mucho menos con sus obras de arte. Ambos aspectos fueron valorados por el INS en $36.841.336,90, pero, tal y como advierten los encargados del Departamento de Restauración del coliseo, el valor monetario que se les otorga es simbólico, pues en caso de una catástrofe por más dinero que reconozcan los seguros, sería imposible reemplazarlas.
“¡Jamás querríamos tener que cobrar ese dinero!”, exclama Herrera. “Desde el punto de vista histórico, todas las obras son importantes”.
Paradójicamente, el inicio de las ambiciosas obras de restauración previstas son el momento en que el Teatro Nacional será más vulnerable, aseguró el jerarca. “Muchos teatros se han quemado precisamente por una chispa en el momento de tratar de protegerlos. Yo sí quisiera tener el Teatro asegurado durante todo el proceso en que va a intervenirse. Me parece que es obligatorio, y por supuesto se tomarán medidas totalmente excepcionales en lo que tiene que ver con la seguridad, durante el proceso mismo de tratar de cambiar el sistema eléctrico”, expresó.
Uno de los desafíos más extremos, desde el punto de vista constructivo, es cómo implantar la nueva tramoya de acero alrededor del escenario, “casi sin usar soldadura”, analiza Herrera. “El hecho de introducir los pedazos apernados con tuercas para amarrar todo hasta arriba, es ya un pequeño rompecabezas de ingeniería. Cómo hacer para trabajar en un espacio ocupado, con la antigua tramoya de madera ahí mismo... No es tanto la imagen final de que las dos coexistan, sino cómo hacer para construir eso, sabiendo que el espacio no está vacío”.
“Insisto”, dice Herrera. “Hay que ser muy humilde; tenemos que ser muy prudentes. Yo soy actor y nunca he construido nada en mi vida, y estoy aquí para dar lo máximo que pueda de honestidad y valentía para pedir ayuda”.
La fase constructiva tendrá dos etapas, explicó el director. Por un lado, contempla la demolición del actual edificio anexo y la construcción del nuevo (que albergará una nueva sala Vargas Calvo, casi toda la administración del teatro y alguna zona de proveeduría y bodegas) y, por otro, la intervención del edificio patrimonial.
“No tengo claro si todo el edificio antigüo va a cerrar al mismo tiempo”, comenta Herrera. “Tengo clara la imagen final: un monumento histórico totalmente renovado y reparado, con todas las oficinas administrativas fuera, en otro edificio. Lo único que tengo claro es que aún tenemos mucho trabajo por delante”.
Los diagnósticos técnicos señalan que, con 120 años de antigüedad, “y siendo en una mitad casi totalmente de madera, una madera antigua y recalentada”, como la describe Herrera, el Teatro se ha salvado del fuego casi de milagro.
El jerarca tiene aún muy presentes los dos conatos de incendio sucedidos en 2016 y 2017. No pasa un día sin sentir esa presión, afirma. “En otras palabras, el Teatro nos está hablando. Oigámoslo”.
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