Madre de tres de las niñas, hermana y tía de las otras tres víctimas de la 'Masacre de Alajuelita', doña Rosario sigue convencida de que los culpables fueron los acusados al principio
Yuri Lorena Jiménez
12/08/22 | 09:28am
Es prácticamente un hecho que la ‘La Masacre de Alajuelita’, ocurrida en 1986, quedará impune. Pese a que en los últimos años nuevas hipótesis apuntan a que el perpetrador sería el Psicópata, doña Rosario Zamora asegura hasta el día de hoy que los culpables fueron los acusados originales.
En abril del 2006, cuando se cumplieron los 20 años del crimen de Alajuelita, el hoy extinto diario Al Día, publicó un sesudo reportaje titulado ‘Impunidad para siempre’ y en el que vaticinaba que prácticamente “nada podría reabrir el caso de Alajuelita”.
Han pasado 16 años y, efectivamente, el hecho prescribió, pero algunas líneas de investigación periodística han serpenteado hasta llegar prácticamente a la conclusión de que fue el Psicópata que aterrorizó al país en los 80’s y 90’s, era un nicaragüense de formación militar que habría empezado su ruta de sangre justo con la matanza de las siete mujeres de Alajuelita.
Sin embargo, doña Rosario Zamora, madre de tres de las niñas, hermana y tía de las otras tres víctimas, respectivamente, sigue convencida de que los culpables fueron los acusados al principio. Ella sustenta sus certezas en hechos que relata en off para evitar alguna implicación legal pero sí descarta que haya sido el sanguinario Psicópata el ejecutor de la barbarie que sodomizó y asesinó a sus parientes.
En medio del horror desatado en todo el país por el sadismo con que se perpetró el asesinato de las siete mujeres, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) determinó que los culpables del hecho eran cuatro sujetos oriundos de las barriadas del sur.
El 8 de abril de 1989 el Tribunal Tercero Penal condenó a Arnoldo Mora Portilla, alias “Arnoldillo”, a 19 años de cárcel como responsable de los delitos de robo agravado y violación, y a José Luis Monge Sandí, alias “Tres Pelos”, a 195 años por dos delitos de violación agravada y siete homicidios calificados.
Después de esto, el caso inició un camino judicial que sembró la duda de quién o quiénes fueron los responsables. El 5 de enero de 1990 la Sala Tercera anuló la sentencia y ordenó un nuevo juicio.
El debate se realizó un año después y el tribunal absolvió a Monge porque no había suficientes pruebas para vincularlo con los homicidios. Mora Portilla quedó fuera del proceso debido a que la Ley Tutelar de Menores señaló que se podía juzgar delitos cometidos por menores, ya que en el momento de los hechos el sospechoso tenía 17 años.
Después la Sala Tercera ordenó, el 10 de junio de 1992, la realización de un nuevo juicio pero Mora Sandí fue asesinado el 26 de febrero de 1996, cuatro meses antes de que se realizara el debate.
Al proceso también estuvieron vinculados Álvaro Chinchilla Vásquez, alias “Viruta”, y Arnoldo Mora Quesada, alias “Galleta”, sin embargo ambos fueron asesinados durante las primeras indagaciones de los hechos, de manera que nunca llegaron a asistir al juicio.
El proceso penal contra los mencionados indiciados pronto empezó a mostrar fisuras y, tal como lo dice el diario Al Día en su reseña, hubo un fuerte remezón dentro del Poder Judicial por las decenas de errores de error o por omisión, que no solo no lograron demostrar la culpa de los acusados, sino que empezaron a crecer las suspicacias, sobre todo por parte de periodistas de investigación, en el sentido de que los acusados habían sido utilizados como conejillos de India.
En el fallo del 10 de junio de 1992, la Sala indicó: "Los hechos a los que se refiere el presente asunto revisten suma gravedad. Sin embargo, llama la atención a la Sala las deficiencias con que se ha investigado y tramitado este proceso, que obligan a decretar, por segunda vez, una nulidad de la sentencia. Cualquier investigación debe consignarse en el expediente, de modo que los Tribunales a quienes toca resolver, cuenten con los elementos de juicio para sustentar su decisión”.
El resto es historia: el caso prescribió y el único sobreviviente entre los acusados, Mora Portilla, tiene un trabajo estable desde hace muchos años.
Pero pese a la prescripción judicial, todo el tema del Psicópata, las fallecidas de Alajuelita y las otras 12 víctimas que integraron la macabra lista del supuesto asesino, ha desembocado en que, en la última década, varios investigadores, periodistas y escritores vuelvan sobre el caso y, aunque no existen afirmaciones tajantes sobre la presunta responsabilidad del Psicópata en el caso de Alajuelita, hay relaciones de hechos que parecen indicar la ruta directa al asesino serial.
Si los esfuerzos que aún realizan algunos civiles por tratar de elevar el caso de la maasacre de las siete mujeres a instancias internacionales de Derechos Humanos llegaran a coronar, igual en teoría no podrían llegarle al culpable, pues el supuesto Psicópata habría muerto en 1998, justo a manos de otro asesino serial conocido como El Matanicas, quien le habría tendido una trampa mientras tomaban una cerveza en un bar de mala muerte, durante la madrugada, en San José Centro.
El Psicópata habría ido al baño, lo cual aprovechó su victimario para colocar unas gotas de un fuerte ansiolítico, y así repitió su modus operandi: inconsciente, lo trasladó hasta las inmediaciones del Túnel Zurquí, lo mató a balazos y luego lo lanzó junto a otras víctimas cuyos restos yacían en un sector del Braulio Carrillo.
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