Pontífice dijo que no daba opiniones sobre las personas y los hombres en referencia a elección de Trump, reseña el diario italiano La Reppublica.
Milena Fernández
11/11/16 | 13:07pm
Se pueden contar con los dedos las ocasiones en las que el papa Francisco concede entrevistas a periodistas. A lo largo de su pontificado nos ha acostumbrado a escuchar intervenciones que van más allá del sermón dominical. Una de esas raras entrevistas aparece este viernes en uno de los diarios más importantes de Italia, La Reppublica.
Se trata de una larga sesión de preguntas y respuestas, ricas de reflexiones sobre los temas calientes de la agenda global, con el reconocido periodista Eugenio Scalfari (Civitavecchia, 1924).
De las declaraciones del Pontífice sobre la inequidad social, Scalfari concluye que su entrevistado se inclina por una sociedad dominada por la equidad. Le pregunta si es consciente de que este, es justamente el programa del socialismo y del comunismo. El Papa responde, que no es la primera vez que trata el tema.
Y añade: “No soy un comunista, más bien son los comunistas que piensan como Cristo. Cristo ha hablado de una sociedad donde los pobres, los débiles, los excluidos, deciden por sí mismos. No los demagogos, más bien la gente, los pobres, que tienen fe en Dios, son ellos los que deben contribuir para alcanzar la igualdad y la libertad”.
Interpelado sobre el sorprendente triunfo de Donald Trump, Jorge Mario Bergoglio responde: “No doy opiniones sobre las personas y los hombres políticos, quiero solo entender los sufrimientos que sus modos de actuar provocan entre los pobres y excluidos”.
A la pregunta de cuál es, en este momento su preocupación principal, dice: “Los prófugos y los inmigrantes. Una pequeña parte son cristianos, pero esto no cambia la situación, porque nos compete su sufrimiento y malestar; las causas son muchas y hacemos lo posible por olvidarlas. Por desgracia, muchas veces esto ocurre porque las personas tienen miedo de quedarse sin trabajo y reducir sus ingresos. El dinero está en contra de los pobres, además en contra de los inmigrantes y refugiados, pero también hay personas pobres en los países ricos que temen la recepción de sus compañeros de los países pobres. Es un círculo vicioso y debe ser detenido.
El Papa hace un llamado a romper los muros que dividen. ¿Cómo? “Hay que aumentar el bienestar y hacerlo más popular, pero para logarlo tenemos que romper los muros y construir puentes que permitan disminuir las desigualdades, para que así aumenten la libertad y los derechos. Entre más derechos haya, habrá mayor libertad”.
Scalfari, periodista y prolífico escritor de temas sociales y filosóficos interroga al Papa sobre cómo crear puentes, pues se sabe, las desigualdades y la violencia en Siria o África, fueron creadas precisamente en los países ricos. Sobre este punto, declara. “Uno de los fenómenos que fomentan las desigualdades es el movimiento de muchos pueblos de un país a otro, de un continente a otro. Después de dos, tres, cuatro generaciones, estos pueblos se integran y su diversidad tiende a desaparecer por completo”.
Entonces, Scalfari interviene y le pregunta si estamos viviendo un “mestizaje universal”. Francisco responde estar de acuerdo con la idea del mestizaje, aunque advierte que tal vez no será universal, pero será más prevalente que hoy. Y apunta: “Lo que queremos es la lucha contra las desigualdades, este es el mal mayor que impera en el mundo. Es el dinero el que crea desigualdades y está en contra de las medidas que tienden a nivelar el bienestar, y así promover la igualdad”, sostiene el Papa argentino, hijo de migrantes pobres italianos.
Scalfari ha escrito diversos artículos en los cuales define a Francisco como un revolucionario y un profeta. Un revolucionario que le da la mano a Fidel Castro, habla de los problemas del medio ambiente, la homosexualidad, las desigualdades, entre otros. Ahora la nueva batalla del Papa es el augurio de que los pobres entren directamente en la política pura y dura.
Sobre este argumento disertó el sábado 5 de novembre, en la Sala Paolo VI, en el Vaticano ante la presencia de 60 personas de los cinco continentes, llamados a discutir sobre “la sed de justicia de tierra, casa, y trabajo para todos”, según dijo Bergoglio. Declara al periodista que sí, que desea ver a los pobres defendiendo sus derechos, pero “no a los politiqueros que disputan por el poder, el egoísmo, la demagogia, el dinero; sino más bien la gran política, creativa y visionaria, como la que escribió Aristóteles”.
El Papa desea que los pobres y los excluidos transformen la política en una verdadera democracia para alcanzar la voluntad de un mundo igualitario. Scalfari, le pregunta si tal intención puede provocar una guerra. “Sangre sí, puede derramarse, pero con el tiempo será de los cristianos martirizados como está ocurriendo en la mayor parte del mundo en manos de los fundamentalistas y terroristas ejecutores del Isis. Ellos son horribles y los cristianos son las víctimas.
Las armas, insiste Scalfari son usadas por muchos países para combatir al Isis. Francisco responde: “No es este el tipo de conflicto que los movimientos populares cristianos desarrollarán. Los cristianos hemos sido siempre mártires; sin embargo nuestra fe, en el curso de los años ha conquistado gran parte del mundo. Nunca pensé en la guerra y las armas. “Seguramente ha habido guerras apoyadas por la Iglesia contra otras religiones e incluso ha habido guerras al interno de nuestra religión. La más cruel fue la matanza de San Bartolomé y desafortunadamente ha habido muchos otros similares. Pero sucedieron, cuando las distintas religiones, incluida la nuestra, a veces más que otras, pusieron en primer plano el poder temporal por encima de la fe y la piedad".
La guerra de los movimientos populares de la que habla el Santo Padre es una guerra pacífica, con lo cual, siempre guerra, puntualiza el periodista. “Se olvida de que también hay amor. Los católicos suman mil millones y medio, los protestantes de varias denominaciones ochocientos millones, los ortodoxos son trescientos mil; hay otras religiones como la anglicana, valdense, copta.
Todos ellos incluidos, los cristianos alcanzan los dos mil quinientos millones de creyentes y tal vez más. ¿Fueron necesarias armas y guerras? No. ¿Mártires? Sí, muchos. Hemos extendido la fe siguiendo el ejemplo de Jesucristo. Él era el mártir de los mártires y lanzó la semilla de la fe a la humanidad. Pero yo creo en una política orientada hacia los pobres, la igualdad y la libertad. Esta política es algo diferente de la fe y hay muchas personas pobres que no tienen fe. Tienen, sin embargo las necesidades urgentes y vitales, y hay que apoyarlos como vamos a apoyar a todos los demás. ¿Cómo podemos, y cómo, lo sabremos?
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