Fundador de Sala Garbo será recordado porque con terquedad y pasión fue pionero en promover el arte

​Nicholas Baker falleció el viernes anterior dejando su nombre estampado en el teatro, espectáculos y cine costarricense

17/07/16 | 13:48pm

"Hasta las cuatro abren", arriban a mis oídos las palabras cargadas con acento colombiano de un hombre sentado en la acera frente a la Sala Garbo la mañana de este domingo, tan domingo como cualquier otro en Paseo Colón.

Me le acerco para preguntarle si sabía de algún aviso que indicara alguna modificación en las proyecciones del fin de semana dado el fallecimiento el viernes anterior del fundador del lugar, Nicholas Baker.

Al hombre, con apariencia de cuidador de carros, le comienzan a brincar los ojos con sorpresa y otra vez con Colombia en su boca lanza un lamento: "No sabía que don Nico se había muerto".

A Baker lo apreciaba quien lo conocía, tanto este sujeto cuyo nombre no me quiso decir como la mayoría de personas cercanas al gremio artístico tico. "Nico" se hizo un lugar en la cultura de nuestro país por sus aportes entre finales de la década de los setenta y hasta los noventa.

De origen inglés, él se empeñó en traer a gran cantidad de artistas internacionales, desarrollar teatro y facilitar a los josefinos la proyección de cine independiente en la reconocida Sala Garbo.

El actual embajador de Costa Rica en Uruguay, Arnoldo Herrera, conoció a Baker desde que era amigo de su padre. Desde entonces pasó a ser amigo, socio y padrino de matrimonio.

Una amalgama de pasión y terquedad impregnaron los proyectos asumía el empresario y artista, recordó desde Montevideo el diplomático.

Alrededor de 100 espectáculos montó Herrera en compañía de Baker incluyendo al Ballet Bolshoi de Moscú y a músicos como Joan Manuel Serrat, Facundo Cabral y Mercedes Sosa.

Embajador de Costa Rica en Uruguay, Arnoldo Herrera

Culto con gran bagaje artístico (estudió teatro en Londres) caracterizaba a este hombre con quien compartió muchas tardes después del trabajo en el bar Shakespeare, rememoró su exsocio.

Herrera relató que era muy meticuloso incluso en sus pasatiempos como coleccionar estampillas pero le encantaba también entretenerse con sus perros, principalmente los Fox Terrier pelo de alambre, sus favoritos.

Sala Garbo y el teatro

Baker a sus 83 años de edad será recordado por el pionero en el cine costarricense en una época donde las propuestas audiovisuales comerciales abarrotaban la oferta.

A falta de un espacio para proyectar películas independientes laureadas en el extranjero, el inglés fundó su mayor "quijotada": la Sala Garbo.

La periodista y actriz Aurelia Dobles ve en este proyecto la concreción de muchos años de la sumersión de Baker en el cine.

Actriz y periodista Aurelia Dobles

Si no fuera por la Sala Garbo no existiría el desarrollo del cineastas en Costa Rica, afirmó con seguridad Dobles, quien también tuvo la oportunidad de trabajar.

La actriz añadió que este lugar fue la ventana del país a un mundo audiovisual que hasta el 7 de mayo de 1977 era desconocida.

Además de su pasión, la Sala Garbo también fue la carga de Baker debido al costo de mantener un cine de corte independiente en Costa Rica, sobre todo con el auge de salas en centros comerciales con carteleras más populares.

Pese a esas dificultades, el fundador se negó a vender el inmueble y como pudo continuó manteniéndolo a flote.

El actor costarricense Álvaro Marenco considera que aunque Baker fue empresario primero, también fue artista y sus proyectos en el primer ámbito le permitieron sostener a los segundas.

Marenco conoció al inglés en las tablas.

Junto a él participó en diversas puestas en escena como "La Pulga en la Oreja", "La Ratonera" y "Cementerio de Automóviles" en la década de los ochenta tanto en el desaparecido Teatro Arlequín como en el Laurence Olivier, espacio que fundó Baker en 1987.

Actor costarricense Álvaro marenco

Más que pionero, el actor señaló que el inglés permitió a una gran cantidad de colegas suyos ampliar sus currículos con importantes montajes.

Marenco describió el teatro de Baker como serio pero entretenido para el público.

El legado del padre de la Sala Garbo, quien se casó con una costarricense de ascendencia inglesa y tuvo tres hijos, marcó a toda una generación tanto de artistas como espectadores.

También al cuidador de carros, quien se quedó ensimismado donde se encontraba sentado y, tras enterarse de la partido de Baker, lanzaba miradas al aire como buscando recuerdos.

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