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Selección de Costa Rica en Italia 90

#LosMundialesQueViví El glorioso día en que “nació” la Fuente de la Hispanidad

Han pasado más de 32 años desde aquel lunes 11 de junio de 1990, en Génova, Italia. La Costa Rica de entonces sí que aún era virgen, sin televisión por cable, ni Internet, ni teléfonos inteligentes.

Yuri Lorena Jiménez

25/10/22 | 19:54pm

Han pasado más de 32 años y la Costa Rica de entonces, esa sí que aún era virgen, sin televisión por cable, ni Internet, ni teléfonos inteligentes. Éramos menos complejos, más sensoriales, más enfocados, quizá más reservados.

Pero aquel día del glorioso “verano italiano”, con un soleado inicio de semana también en Costa Rica, el país completo se paralizó perplejo de orgullo sin que siquiera nuestros héroes de Italia 90 hubieran pisado la cancha en lo que sería su debut en una Copa del Mundo, nada menos que contra Escocia.

Soñar no costaba nada, pero aunque quizá en el fondo muchos guardábamos un resquicio de esperanza de no salir con la goleada que le vaticinaba el mundo entero a la novel y debutante “Cenicienta del Mundial”, era literalmente apostar por lo que se vendría.

Lo que ocurrió ya todos lo sabemos pero entonces ¿por qué seguimos lagrimeando y con el corazón henchido de la emoción cada vez que vemos la repetición del golazo de Cayasso, tras un tejido exquisito entre Marchena y claro, el mejor taquito de la historia –para nosotros– el chuzo de jugada de Jara?.

Recién antes de escribir estas líneas volví a vibrar con aquella celebración de Juan Cayasso: su gesto al volverse frente a las cámaras simbolizó, en fracciones de segundo, lo que estaba sintiendo todo el país.

Y no es que todo tiempo pasado fuera mejor, pero es inevitable desbordar nostalgia al evocar a todo el pequeño país centroamericano reunido frente a televisores “de talla pequeña”, muchos aún en blanco y negro, cuyas imágenes hicieron implosionar al país con el gol de Cayasso.

La sufrida durante casi todo el resto del segundo tiempo supo más sabrosa con el pitazo final.

Para entonces, a mis 22 años de edad, trabajaba como secretaria justo en Los Yoses, en el ya hoy extinto Instituto de Fomento Agroindustrial (IFAÍN); éramos un hermoso grupo de 12 o 13 compañeros y, en medio del éxtasis total, los siempre atildados jefes, Manuel Koss y Eduardo Izquierdo, se desgalillaron y se despelucaron mientras ondeaban las banderas tricolor con que habíamos “uniformado” la oficina y no había terminado don Manuel de gritar “¡Vámonos, jale, jale, vámonos para la Hispanidad!”.

Hablaba, claro, de la hoy famosa fuente que nos quedaba a 500 metros y entonces, sin que nadie pudiera ponerse de acuerdo por WhatsApp o por Facebook, ni siquiera con teléfono fijo porque se saturaron las centrales tras el triunfo de la Sele (esto lo recuerdo como en sepia y en cámara lenta:) espontáneamente empezó a juntarse una legión de vecinos, enloquecidos, en lo que creo fue el bautizo “oficial” de la Fuente de la Hispanidad como el corazón de celebraciones deportivas y, en general, de reuniones espontáneas cuando de triunfos se trata.

La rotonda se construyó en 1982, pero la fuente se instaló años después y fue inaugurada el 26 de marzo de 1988 por el entonces presidente Óscar Arias y el mandatario español, Felipe González.

De vuelta al presente y a la realidad, si bien el recuerdo de la gesta de Italia 90 es inmaculado, imposible no evocarla cuando tantísima gente querida ha ido falleciendo, empezando por Manuel Koss y Eduardo Izquierdo, ejes medulares de esta remembranza.

Pero como todos vamos tarde o temprano por el mismo camino, me quedo con una frase que me dijo don Manuel unas semanas después, cuando el país aún hervía de emoción. Él viajaba muchísimo y yo era quien le organizaba sus itinerarios de viaje; yo no me atrevía a soñar ni siquiera con ir a Panamá en cómodas cuotas: ganaba 10 mil colones al mes, era mamá soltera de un bebé de dos años y entre mis hermanos y yo manteníamos a mi mamá.

Estaba preparándole un viaje a Islandia y, mientras lo organizábamos, se quedó viéndome en silencio y me dijo: “Yuri, acuérdese de mí. Usted va a viajar, Negrita, va a viajar mucho. Acuérdese de mí”.

Y así es como décadas después, la premonición de don Manuel siempre viaja conmigo, especialmente en cada uno de los países a los que he ido para ser testigo de muchas selecciones que es una -La Sele- y su por paso por distintas Copa del Mundo. Igual que con el gol de Cayasso, la emoción se me nubla cuando empiezo a recordar #LosMundialesQueViví.

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