Animales prefieren robar la comida que buscarla en la naturaleza
25/08/17 | 14:21pm
En el Parque Nacional Manuel Antonio (PNMA) sobran las historias de personas que fueron víctimas de la delincuencia, sin embargo, en estos casos los criminales están cubiertos de pelos y con largas colas.
Se trata de los mapaches, los cuales cambiaron sus hábitos predominantemente nocturno por una actividad diurna ante la llegada constante de visitantes a esta región del Pacífico Central.
La investigación "Aspectos ecológicos del mapache (Procyon iotor) y su relación con los turistas en el PNMA" de la estudiante de maestría Mónica Farrera de la Universidad Nacional (UNA) siguió la pista al comportamiento de estos mamíferos para determinar la transformación que sufrieron a lo largo del tiempo.
Haciendo una comparación con la información obtenida en un estudio previo del investigador Eduardo Carrillo de 1990 se encontró que en la actualidad las horas de mayor actividad de estas especies es de 8: a.m. a 2:00 p.m. siendo el mayor pico entre las 9:00 a.m. y 1 p.m.
"Estos datos nos indican un cambio de comportamiento de los mapaches en comparación con lo observado en el estudio de Carrillo, donde la mayor actividad era antes de amanecer y después de atardecer. Podemos decir que ellos han adoptado el horario en que hay mayor cantidad de turistas y por ende de comida dentro del parque", detalló Farrera.
El Parque Nacional abre 7:00 a.m. a 4:00 p.m., lo cual coincide con lo señalado en la investigación.
De acuerdo con el estudio, al parque ingresan en promedio 198 kilogramos de comida diarios.
"Los guardaparques hacen una revisión en la entrada y la mayoría de alimentos son frutas, emparedados y barras energéticas, sin embargo, dentro del parque, pudimos observar personas con frituras, galletas y otro tipo de alimentos que no están permitidos y que son de muy fácil acceso para los mapaches", detalló la investigadora.
Los mapaches comenzaron a notar esta situación, por lo que prefieren robar los alimentos en lugar de buscarlos en la naturaleza.
Farrera apuntó que muchas personas consideran que no hay problema si los animales se llevan alguna fruta como un banano, sin embargo, indicó que este concepto es erróneo pues hay que tomar en cuenta que la vegetación a la que tendrían acceso estos mamíferos es diferente y una ajena podría contener más niveles de azúcar, por ejemplo, perjudicando su salud.
La investigación no se centró en la condición de los mapaches, no obstante, se logró identificar algunos con daños en los dientes.
Dentro de las recomendaciones destacan mayor rigurosidad al introducir alimentos al Parque Nacional, así como mayor conciencia por parte de los turistas. Adicionalmente, se aconsejó rotulación para advertir sobre la situación, así como promover un única área de venta de comidas en playa Espadilla sur.
El seguimiento de los mapaches se llevó a cabo mediante la colocación de radiocollares en seis individuos.
En el estudio también se pudo determinar que el área de acción promedio de los machos es de 18.1 hectáreas y el de las hembras 14. Aunque los datos de 1990 determinaron que estos territorios eran mayores para ambos no existe una diferencia significativa con los indicadores.
Fotografía cortesía de la UNA y Fernanda Jiménez.
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