Lady Diana,Aniversario,Monarquía Británica
Princesa Diana

A 25 años de su muerte, Lady Di encarna lo mejor de una monarquía que lleva años desdibujándose

<font>Diana </font>de Gales tendría hoy 62 años. La suficiente edad para que aún varias generaciones la adoremos –sin entender muy bien por qué—y otras más jóvenes vean su historia con indiferencia y hastío.

Yuri Lorena Jiménez

31/08/22 | 10:28am

Nunca olvido –y hasta hoy, no termino de entenderlo- por qué el planeta entero (es un decir, supongo que millones de personas en las zonas más recónditas y pobres del orbe nunca supieron que la Princesa Diana existía) gran parte del planeta sencillamente ida a los tres.

Si la implacable persecución de los paparazzi tuvo que ver con la insólita tragedia, pues la polémica fue quedando atrás, sobre todo cuando trascendió que Paul iba con licor al volante.

Diana

El caso es que el emblemático cuarto de siglo que se cumple del accidente este miércoles 31 de agosto empezó a ser recordado por los medios más importantes del mundo, ya fuera con homenajes, anécdotas y detalles desconocidos de la bautizada espontáneamente como “la princesa del pueblo” en Reino Unido, pero hay algo diferente en este aniversario.

Es una opinión, pero a mi juicio todos los eventos y escándalos relacionados con la familia real han confirmado el legado imperecedero Diana, aunque también han calado en una realidad que se viene decantando a gritos, sobre todo en los últimos lustros, con los escándalos y continuas congojas de la Familia Real. Una de ellas, la impensable la renuncia de Harry, el hijo menor de los Príncipes Diana y Carlos, quien con su decisión de cruzar el charco hacia Estados Unidos para establecerse y “agringarse” en ese país junto con su esposa de origen afroamericano, ocasionó una ruptura con su familia.

De todas maneras el sentido común, la ancianitud de la Reina Madre y del mismo Príncipe Carlos, ya septuagenario y eterno futuro rey en el momento en que fallezca doña Isabel, más el nivel de revoluciones a las que se mueve este planeta, permiten inferir casi como una certeza de que cuando se muera la señora, el asunto de la monarquía más famosa del planeta, culminará su caída libre.

Imposible continuar con esta nota sin hablar, aunque sea sucintamente del legado de Diana y todas las veces que fue una princesa pionera, como dice Vanity Fair, que atinadamente agrega: "Ya sea con su filantropía o con su gran sentido de la moda, la difunta princesa de Gales demostró que nunca fue de las que siguen al rebaño".

La también llamada Reina de Corazones ayudó a cambiar la actitud del mundo hacia los pacientes con VIH y sida; trabajó por la erradicación de las minas terrestres y se involucró con más de cien organizaciones benéficas, de manera tal que, aún a 25 años de su ausencia, su legado contribuye a cambiar al mundo.

El legado de la princesa Diana será perenne tanto en la vida de la realeza británica como en la de sus fanáticos. No solo por ser una mujer que destacó físicamente por su belleza, sus joyas o sus costosos atuendos, sino por brindarle a la sociedad su voz y su apoyo para crear conciencia sobre las injusticias y causas humanitarias.

Princesa Diana

Dicho lo anterior y de vuelta a la Realeza Británica, la entidad podría sobrevivir por quien sabe cuántos años más, pero sería eso: un establishment “desmirriado” hasta el término de la gestión de Carlos, porque tampoco es que William, su hijo mayor y el próximo en la línea de sucesión, tenga la personalidad más arrolladora… es juicioso, con un carácter como de arrocito en bajo y, honestamente, ¿somos capaces de imaginarnos a Guillermo en 10 o 20 años, como Rey de Inglaterra, cuando el planeta ya vea el tema de la Monarquía como un absurdo y hasta como un chiste?

Los (otrora) intocables

Todo esto se sitúa en el campo de lo hipotético pero, al mismo tiempo, nos devuelve al origen de este texto y, podría pensarse, la historia de Diana de Gales, muerta a los 37 años tras romper todos los paradigmas de la realeza británica, puede explicar por qué siempre será un ícono pero cada vez menos atesorado. También por qué, sin proponérselo, su protagonismo mundial desde que se ennovió con el Príncipe Carlos hasta la boda de ambos, en 1981, empezó a tejer una historia que podría considerarse como el preludio no solo de la naciente prensa rosa en su más implacable versión sino también de lo que sería algo que Diana no llegaría a conocer –ni a sufrir-: las redes sociales.

Por supuesto, es un hecho que Diana Spencer nació para convertirse en un personaje mundial. Ya desde décadas antes de que millones consumiéramos The Crown y otras series homólogas, o documentales que exprimían más y más todo lo que no se conocía se entiende un tanto por qué, por ahora, Lady Di sigue comandando el gusto o el morbo de la audiencia, o las dos.

Y aquí es donde empiezan las preguntas sin respuestas, tales cuales como la vida misma, independientemente de quienes somos ¿de no ser esa joven hermosa, casta, juiciosa, la novia del Príncipe tan poco agraciado… habría llamado la atención mundial?

A partir del vínculo entre Carlos y Diana, tremendamente forzado él, presionado por la corona, la pareja se convirtió en el símbolo de los cuentos de hadas que leíamos desde chiquillos de todas las latitudes.

Ahora, en un mundo revolucionado –cuidado y si no enloquecido por las redes sociales- ya sabemos que entre los ricos y famosos, igual que entre los pobres y mundanos, sobran los esqueletos en el armario.

Princesa Diana

¿Hay parejas felices? De seguro que sí, pero el caso que nos ocupa se volvió una especie de telenovela entre rosa y macabra que enloqueció al mundo de la mano de una nueva legión de fotoperiodistas que hasta entonces publicaban fotos de famosos con algún grado de interés o escándalo, pero nada, nunca, como lo que se decantó con la Princesa Diana.

Con ellos nació el fenómeno imparable de los paparazzi, que hicieron su agosto durante muchos años persiguiendo ya no solo a Diana, sino también a otros famosos de la época, sin imaginarse que unos dos o tres lustros después el negocio se les vendría abajo con la implosión de las cámaras inteligentes y las redes sociales que podían y pueden ser usadas al día de hoy como cualquier civil.

Pero en la época de Diana y Carlos, no.

Princesa Diana

Ni buenos, ni malos

Aún en nuestra inocencia, se nos hacía un puñito en el corazón cuando veíamos a la cándida y angelical Diana paseando por los jardines de palacio de la mano de un desabrido y poco atractivo Príncipe Carlos. Jamás habríamos pensado que en su ruta hacia la boda del siglo, y como no hay corazón fiel a su dueño, ya Lady Di sentía la frialdad de su futuro marido .

Arrinconado por las cadenas de fuerza de aquellos años 80, en los que nacer en una monarquía era un privilegio del ADN y dirigía los designios del corazón desde el día que conoció a Carlos, 12 años mayor que ella, Diana se enamoró de él a primera vista pero Carlos ya estaba enamorado de Camilla Parker Bowles, su amiga de siempre y esposa del Coronel Andrew Parker Bowles, también amigo de Carlos.

Claro, faltaba mucho para que el mundo entero supiera la verdad.

Nosotros, los muchachillos de esa época vimos hipnotizados la boda del siglo –esa que fue la boda del siglo, la de Londres, 29 de julio de 1981. Durante varios días, miles de personas acamparon a lo largo de los tres kilómetros que separan el Palacio de Buckingham de la Catedral de San Pablo con la esperanza de poder ver el cortejo nupcial.

“Todos los comercios se pusieron en modo real: escaparates llenos de decoraciones tricolor en las que exhibían varios retratos de la pareja”, informó la agencia AFP en la época. Incluso se puso de moda en las peluquerías londinenses el corte de cabello “a lo Diana”.

Ante una multitud exultante y 750 millones de telespectadores –en radio y televisión- el príncipe Carlos, de 32 años e hijo mayor de la reina Isabel II, se casaba con la tímida Diana Spencer de apenas 20 años. Una boda que terminó en tragedia… por todos los costados.

Diana

Porque más allá de la trágica muerte de la princesa, en los últimos años y ya desde antes de su final habían salido a relucir rumores sobre su bulimia, un trastorno alimenticio que con costos se conocía en aquellos tiempos.

Inocentemente, comentábamos mis compañeras de colegio y yo que cómo era posible que alguien que tenía a mano los mejores manjares del mundo, simplemente no podía degustarlos y los devolvía a punta de vómito.

Hoy sabemos mucho más de este tipo de trastornos, pero entre todo lo que tuvo que apechugar Lady Di estuvo no solo sufrir física y mentalmente, encerrada, ignorada por su esposo, a quien siempre pareció fastidiarle el vulnerable carácter de su mujer.

Por lo mismo, todo lo que ocurrió después empezó a decantar lo increíble: la pareja real, la soñada pareja real, no era más que un duelo de personas famosas que no sabían cómo lidiar con sus sentimientos. Decenas de entrevistas en el mundo mostraron a Carlos y a Diana tratando de realizar lo que la monarquía esperaba de ellos, pero era totalmente evidente que forzaban sus actitudes para las fotos.

Cuando todo se volvió inmanejable, empezó el drama para la Corona. En 2006 se reveló lo que ya era un hecho para Carlos y Diana: la vida en común, no iría más. Para entonces, Carlos y Camilla Parker Bowles ya prácticamente eran pareja. Ellos también sufrieron los embates de la tecnología, como cuando en una llamada caliente que le fue interceptada, el Principe de Inglaterra le dijo a Camilla que mataría por ser su tampón (palabras más, palabras menos).

Y por supuesto, empezó a generarse el repudio mundial, ya cuando Internet le daba voz a casi cualquiera, Pero, al contrario de Diana, Camilla parecía sortear las infamias y se manejaba con bajo perfil junto al futuro Príncipe de Gales.

Diana, en sus treintas, humillada por todos los costados se dio la libertad que no había tenido. Los paparazzi generaron millones de dinero a costa de ella y Diana empezó, en su plena juventud, a intentar nuevas relaciones. La más importante, según coinciden sus amigos más cercanos, fue con el cirujano paquistaní Hasnat Khan, con quien soñó con casarse.

Él, hoy de 62 años rompió el silencio ante algunos medios para narrar que su condición de "médico sin fronteras" le impedía vincularse con alguien tan mediático como ella. El amor no todo lo puede: ambos lo intentaron por años pero la celebridad de Diana se volvió –siempre- un efecto bumerán para ella en cuestiones del amor.

De hecho también es de conocimiento público que su relación Al-Fayed fue un intento para que el doctor recapacitara y volviera con ella. Sin embargo, la relación con el egipcio trascendió tras la publicación de unas fotos en las que ambos tomaban el sol en un yate: en ese momento se convirtieron en presas de la prensa rosa y en la persecución implacable de los paparazzi para demostrar que ella había intentado encontrar el amor en otros brazos.

Diana

Las dagas antes de la boda

Devolviéndonos unos años, en la previa de la boda real, durante la entrevista televisada que hizo oficial el compromiso de la pareja, una periodista británica preguntó a Carlos si estaba enamorado. Él dio una respuesta que no presagiaba nada bueno: “Todo depende de lo que se llame estar enamorado”, dijo a secas. Diana respiró hondo.

A todas luces, se trataba de personas muy diferentes. Él encarnaba la monarquía, austera y fría, mientras que Diana, fotogénica y empática, fascinaba donde fuera que iba.

Sin embargo su imagen pública escondía a una mujer herida, que sabía que su marido seguía enamorado de su amor de juventud, Camilla Parker Bowles, a la que Diana apodaba “Rottweiler”.

La relación entre ambos pronto se convirtió caótica, con infidelidades y venganzas a través la prensa. Se divorciaron en 1996.

Un año después, Diana moriría en el accidente en París en el que por años surgieron más y más detalles morbosos sobre su agonía, las lesiones que habían ocasionado su muerte, sus últimos estertores… todo de terror. Pero todo vendió.

Y es que su vida era un reality show –muy a su pesar- cuando ni siquiera existían los reality shows.

Viva, en Tik Tok

Como dice El País de España con motivo de este aniversario fúnebre, la fascinación por la princesa del pueblo sigue viva por medio de los homenajes que le rinden millones de seguidores en redes sociales:

“Lady Di está en TikTok. “El look de verano de la princesa Diana en 1997″, “La princesa Diana en el funeral de Gianni Versace”, “Las veces en las que Diana rompió el protocolo real”, “Cinco razones por las que la princesa Diana sigue siendo recordada”. Los microvideos sobre Diana de Gales son interminables y acumulan millones de vistas y ‘likes’. Sus fotos, frases y entrevistas también se comparten en Facebook, Instagram y otras redes sociales. El miércoles 31 se cumplen 25 años de su muerte, pero la llamada princesa del pueblo está más vigente que nunca”, opina un artículo especial del diario español.

Pese a las tremendas fisuras de Diana con la monarquía británica, el golpe fue letal. Y ahí, al menos a mi juicio, empezó a gestarse el resquebraje de la Monarquía, más allá de chismes y escándalos, el planeta vio como los príncipes William y Harry debieron apegarse al protocolo y caminar tras el féretro de su madre, siendo adolescentes de 12 y 14 años, sin poder derramar una lágrima porque los ojos del planeta estaban sobre ellos y bueno, en ese tiempo era impensable que rompieran los férreos lineamientos reales… independientemente de los sentimientos de los muchachos en el duro trance del funeral de su mamá.

Lady Di posiblemente seguirá viva en las memorias de millones, incluso recién se anunció que en medio de todos los homenajes que recibe por sus 25 años de fallecida, está una prometedora producción del cineasta Ed Perkins, quien en asocio con HBO volverá a contar la historia de Diana, solo que de una forma diferente.

“Todos hemos visto ‘The Crown’, hemos leído los libros y visto otras películas sobre Diana”, dijo Perkins en conferencia de prensa, recientemente. “Entonces, inevitablemente, todos traemos nuestro propio análisis y eso está bien. Nuestra experiencia con Diana se sintió extrañamente personal. Nuestras relaciones con ella no eran intelectuales, fueron emotivas. Y queríamos tratar de reflejar eso. Traté de hacer una película que le dé al público el espacio para llegar a sus propias conclusiones”, agregó.

Diana

Lady Di, la película de Perkins, recorre la vida de la princesa de Gales desde que era solo Diana Spencer y en 1981 la Corona británica anunció su compromiso con Carlos. Lo hace sin entrevistas nuevas o narración, sino echando mano a una serie de imágenes de archivo en las que se incluyen la famosa entrevista de 1995 que realizó a la princesa el periodista Martin Bashir y en la que se refiere, entre otras cosas, al romance de Charles con Camilla Parker Bowles, actual duquesa de Cornwall, esposa del príncipe.

Esa entrevista hace un año volvió a ser noticia luego de que una corte inglesa hallara culpable a Bashir de engañar a Diana y a su hermano, falsificando documentos para asegurarla.

En todo caso, más allá de los momentos puntuales que abarca el filme, Lady Di es un documental que fuera de querer entrar en la vida de la princesa, lo que hace es brindar una mirada al fenómeno mediático que era ella y a la fascinación que su figura despertaba en el público.

Un logro significativo al ser construido con un relato formado íntegramente de imágenes de archivo. Al respecto, Perkins ha dicho: “Obtuvimos probablemente cerca de mil horas de material de archivo. Y mi trabajo y el de nuestros increíbles editores fue, durante los primeros seis o siete meses de la edición, solo ver imágenes. Entre ocho y doce horas al día, tratando de encontrar momentos que nos hablaran. La verdad es que no hay nada en esta historia que no sepamos. No hay giros sorpresivos, acá se trata de la forma en que estamos empaquetando esto. Y con suerte, en su totalidad, ofrezca una nueva perspectiva”, reseñó la agencia AFP.

La Princesa que lo cambió todo

Siempre de acuerdo con un análisis de Agencia France Presse, el modo en que Diana sacó a la luz secretos de alcoba, despojando a la monarquía de su mística y arrojando dudas sobre la aptitud de reinar de Carlos, horrorizó a las clases dominantes y al poder.

Pero a ojos de mucha gente, se hizo más popular y querida.

Diana

En los últimos años, la memoria que envuelve Diana volvió a cambiar, propiciada por la férrea defensa de sus hijos, quienes fueron firmes en usar los supuestos malos tratos de la prensa en sus propias batallas contra los medios.

“Ahora es la figura santa y la han elevado como tal, porque han hablado repetidamente de cómo fue acosada hasta la muerte por los medios de comunicación”, explica el historiador especializado en la monarquía Ed Owens.

El interés por la vida de Diana volvió a cobrar fuerza tras la reciente película Spencer, del chileno Pablo Larraín, y la popular serie de Netflix The Crown.

“Creo que The Crown hará mucho cuando regrese a nuestras pantallas este otoño para embellecer esta idea de tragedia humana, de figura santa”, agrega Owens.

¿Se acerca el fin del trono británico?

En un análisis publicado por la revista Semana tras la muerte del Príncipe Felipe (esposo de la reina Isabel II), se presagió el término del reinado británico más extenso. La reina tiene hoy de 96 años y ha tenido que lidiar con escándalos de tal calibre que muchos auguran el final de la monarquía.

El fallecido príncipe Felipe no tenía funciones constitucionales como consorte de la reina, pero fue un actor determinante en la preservación de la Corona en los últimos 70 años.

En su afán por modernizar la institución, se inventó el concepto novedoso de “familia real”. Es decir, convenció a la reina de convertir a la monarquía en una empresa colectiva y por eso la apodó “la firma”.

Fue así como un conjunto de parientes de la monarca, desde su esposo e hijos hasta algunos primos, asumieron funciones en su nombre a cambio de una asignación que sale del bolsillo de los contribuyentes. Por ende, la monarquía ha estado en vivo contacto con la gente, tanto en el Reino Unido como en la Commonwealth, o la Mancomunidad de Naciones que formaron parte del Imperio británico.

Pero la idea de “la firma” también provoca problemas que amenazan a una institución tan frágil como la Corona, a la que muchos comparan con “un accidente a punto de suceder”.

Desde finales de los años sesenta, la vida y milagros de los parientes de Isabel han tapado en millones a los implacables tabloides sensacionalistas de Londres y a muchas publicaciones de la prensa rosa del mundo.

Diana

Felipe una vez les dijo a unos reporteros que lo cubrían, con su característico sarcasmo: “Sé cuál es la foto que quieren: la de los dedos dentro de la nariz”. Y no le faltaba razón. El mínimo desatino de un pariente real reporta pequeñas fortunas, pues satisface el morbo del público de ver cómo la "sangre azul", que supuestamente no rompe un plato, también la embarra.

El linaje, que antes se veía inalcanzable, ahora aparece topless en yates de placer, como le sucedió a la duquesa de Cambridge; o desnudo con sus amantes, como se le vio al príncipe Harry durante una fiesta de juventud en la suite de un hotel en Las Vegas (en 2012).

Y es que aparte de todos los ya consabidos escándalos entre Carlos y Diana, por los mismos años 90, Sarah Ferguson, la esposa del príncipe Andrés, apareció en la primera plana de un tabloide cuando su amante le chupaba un pie. Paralelamente, se supo que la Princesa Ana también era adúltera.

"El salto de los Windsor al show business ha desdibujado el que fuera uno de los mayores atributos de la realeza: el sentido de misterio que otrora le valió a los monarcas ser venerados. La única que ha respetado esa condición es Isabel, de quien no se conocen sus pensamientos más íntimos", analiza el artículo de Semana.

La reina, además, sigue siendo admirada por intachable. Como jefa del Estado, obedece su función constitucional de ser neutral en política, en tanto que en su vida privada nunca se le han conocido deslices de alcoba.

Como extensión de su figura, sus herederos están llamados a ser también modelos, pero eso no pasa.

En tiempos más recientes, por ejemplo, Andrés, llamado “Andy Randy” (Andy el Cachondo), fue despojado por la reina de sus funciones debido a su comprometedora amistad con el pedófilo Jeffrey Epstein.

Un soplo de aire fresco se veía despuntar con la nueva generación hasta que Harry, hijo menor de Diana, se casó con Meghan Markle.

La pareja se convirtió en comidilla mundial por la incendiaria entrevista que le concedió a Oprah Winfrey, cuando explicaron que se retiraron de la realeza porque su hijo, Archie, fue blanco de racismo; esto y la indolencia de los Windsor hicieron que Meghan pensara en el suicidio.

Este revés amenazó con despertar al león aún dormido del republicanismo, cuyos adeptos critican que con el dinero público se mantenga a una institución anacrónica, encarnada por una sarta de infieles, chismosos, racistas, peleoneros, parásitos y pervertidos, según los califican.

En el 2020 la monarquía les costó a los británicos unos $96 millones, pero la suma se elevó a casi 115 millones por la partida para la renovación del palacio de Buckingham. Por su parte, grupos que abogan por su abolición afirman que le vale al país más de 485 millones de dólares anuales si se suman otros conceptos.

Como lo anotó Simon Jenkins, columnista del diario The Guardian, de Londres, una monarquía hereditaria en una democracia solo tiene sentido si retiene el favor del pueblo.

Pero ello implicaría, a la vez, una monarquía aburrida.

Hagan un sondeo con generaciones de veinteañeros sobre todo el jaleo relacionada con la muerte de Diana: la aman y la respetan, ya no se saben muy bien la historia pero saben que fue un gran ser humano.

Diana

Pregunten por la monarquía británica y qué piensan de su continuidad, una vez que fallezca la Reina Isabel y que un parco Carlos asuma, si es que le da chance, pues a sus 73 años y, en cualquier eventualidad, su sucesor sería William. Para muchos, una papa sin sal. Tal cual se pensaba de Carlos cuando tenía la edad de su primogénito.

Nadie sabe lo que no ha visto y el tiempo dirá. De momento, mi tesis es que los que vivimos, amamos y sufrimos a Diana, cada vez somos menos, por ley natural. Entonces me permito pensar que, si bien hoy el planeta recuerda el 25 aniversario de su partida, cuando sean 30, 35 o 40, pues ya muchos no estaremos.

Eso sí, pregúntenles a chiquillos de 10 u 12 años. Como a Nataly, una vecinita preadolescente que cuando le pregunté si sabía quién era Lady Di, se quedó patinando y cuando le mostré la foto en el celular, se le encendió la carita y me espetó: “¡Ahhh sí, una señora muy linda y muy buena!”.

Para qué más, querida Diana. ¡Para qué más!

Diana

AmeliaRueda.com

Noticias, reportajes videos,

investigación, infografías.

Periodismo independiente en Costa Rica.

(506)4032-7931

comunicados@ameliarueda.com

Privacidad