El interior del edificio patrimonial de la antigua ferretería Macaya fue restaurado por Euromobilia y Altea Design, dedicadas a la venta de muebles y objetos contemporáneos
28/11/16 | 18:07pm
No hay razón para que el impresionante edificio de la antigua ferretería Macaya tuviera durante años un perfil tan bajo, pero hay que reconocer que el subdesarrollo tiene trucos aún más extraordinarios que la ‘invisibilidad’. Quizá sus fabulosos balcones de hierro forjado no pasaban desapercibidos del todo, y algunas de sus piedras con detalles barrocos lograban llamar la atención de los transeúntes, pero su antiguo esplendor seguía siendo un acto de fe.
Sin embargo, cuando el vicepresidente de la empresa Euromobilia, Sidney Rosenstock, visitó por primera vez la enorme construcción, en vistas de un posible negocio, supo que tenía que hacer mucho más que pagar un alquiler.
“Es un edificio increíble, de un enorme valor arquitectónico. Apenas lo vi, pensé: No podemos dejar esto así, hay que hacer algo para que la gente lo conozca”, explicó.
(Fotografía: Guillermo Barquero)
Más conocido por albergar una tienda de artesanías que por su rango de nobleza dentro de la arquitectura local, el inmueble de 2000 metros cuadrados, concebido en 1908 como un exclusivo almacén por departamentos, acaba de convertirse en otra cosa. Hace 15 días, el antiguo edificio pasó a llamarse, al menos temporalmente, “La Casona Pop-Up Store”, gracias a $200 mil invertidos por la empresa en su rehabilitación interior.
Durante tres meses, todo fue reivindicado: pisos, escaleras, cielos, maderas, columnas y buena parte de la instalación eléctrica. La fachada, que ya había sido restaurada en 2013 por el Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura, también recibió otra mano de pintura, y de paso, la vistieron con unas luces que colaborarán aún más a visualizar sus méritos nocturnos.
“Patrimonio ya había empezado la renovación y, gracias a ellos, entendimos cómo proceder”, reconoció el empresario.
Alquilado bajo la modalidad de “pop up store” (en principio, la tienda tendrá sus puertas abiertas durante un año únicamente), la idea empresarial fue recuperar totalmente su valor patrimonial y dejarlo “lo más parecido al edificio original”.
“Aún hay muchísimos edificios con un potencial enorme. San José está hecha para cualquier tipo de tienda”, celebró Rosenstock.
Si algo recuperó el nuevo espacio, que en realidad es el viejo espacio de siempre, fue visibilidad. Al eliminarse las decenas de divisiones internas, el edificio volvió a tener la amplia perspectiva que le corresponde, tal y como la concibió su creador, el arquitecto Jaime Carranza; tal y como la pagó su propietario, el comerciante colombiano Miguel Macaya.
“Antes la gente no veía el edificio, pero ahora pasan por ahí y se quedan parados varios minutos, sonriendo, y no entienden qué pasó. Es comprensible, porque es sorprendente ver algo tan espectacular que quizá antes no habían notado”, agregó.
No hay razón para que una empresa dedicada a la venta de muebles y objetos contemporáneos disponga de sus recursos para embellecer una herencia común, aunque también hay que reconocer que el dinero es, en muchísimas ocasiones, un argumento que no necesita dar explicaciones.
Noticias, reportajes videos,
investigación, infografías.
Periodismo independiente en Costa Rica.
(506)4032-7931
|
comunicados@ameliarueda.com
Privacidad