Conformó una triada de lujo junto con sus coterráneos Jorge Debravo y Laurean Albán. El talento de los tres marcó toda una época entre poetas de generaciones posteriores cuando fundaron, en 1959, el "Círculo de Poetas Turrialbeños"
Yuri Jiménez
03/01/23 | 15:31pm
Tras un padecimiento que lo mantuvo hospitalizado durante varias semanas, don Marco Aguilar Sanabria falleció este 3 de enero del 2023, exactamente el día de su cumpleños 79, acompañado durante todo este periplo por familiares, amigos y decenas de admiradores de su magnífica pluma, destreza que compartió durante décadas con sus acólitos.
Don Marco culminó así su viaje postrero en el cual se les habían adelantado sus dos fieles compañeros en la pasión de la escritura, los renombrados Jorge Debravo y Laureano Albán, con quienes compartió por años su amor y arte por y para la poesía.
El legado de los tres hoy se magnifica ante la partida del último integrante de esta triada de lujo, que deja como herencia palpable varios libros que vieron la luz a partir de 1959, cuando los tres fundaron el "Círculo de Poetas Turrialbeños".
De acuerdo con varias reseñas biográficas, don Marco Aguilar nació el 3 de enero de 1944. Desde muy joven se vio atraído por las letras y su arte, y el encuentro con otros talentos y enamorados de la poesía, como Debravo y Albán, se gestó orgánicamente, en un encuentro que solo fue separado conforme fueron falleciendo: Jorge Debravo partió tempranamente el 4 de agosto de 1967 y Laureano Albán murió el 5 de junio de 1922.
Como era de esperarse, este martes pulularon los homenajes para el poeta pero también amigo, pues don Marco tenía fama de ser un hombre afable, de grácil conversación muy querido por quienes lo conocía.
El sitio de Facebook Turrialba Literaria apostilló a primeras horas de este 3 de enero: "Con tristeza nos hemos enterado esta mañana del sentido fallecimiento de nuestro querido amigo y maestro, don Marco Aguilar Sanabria. Don Marco, quien siempre fuera un sustento para toda la poesía de Turrialba, todos y todas sus poetas, nos deja una nostalgia muy grande en su partida, pero igualmente un legado inmenso que será celebrado por generaciones. Manos abiertas, consejo pronto y certero, alguien con quien daba gusto conversar, todo eso y más era don Marco.
Eduardo Fonseca Vargas, uno de sus acólitos, rememoró una anécdota con el poeta.
"Conocí a don Marco Aguilar Carballo en el 2013, cuando estaba haciendo una biografía de Jorge Debravo para un trabajo de la U. Entre direcciones a la turrialbeña de la gente en la calle llegué al portón de su casa. Enuncié mis motivos con el tono que aprendí de mis tías cuando se visitaban entre ellas, y para que no me confundieran con un encuestador que embosca al tiempo, mostré mi carnet universitario.
"Ya dentro, con fresco de limón en mano, conversamos sobre esa linda amistad que él tuvo con Jorge. Me fui con la libreta llena, y un primer asombro por la poesía. Unos años después me animé a arremedar ese oficio suyo, y en una oportunidad que lo tuvimos de invitado en el Taller de Turrialba Literaria, tras escuchar un texto mío se levantó y asintió con el dedo: "esto es poesía".
"Puede que nunca me gane ni un premio en la noche de talentos del trabajo, pero ese gesto siempre lo guardaré. Así era él, espontáneo, jubiloso, confianza inmediata. Lamento que el tránsito del Sol nos ganó y no pudimos concretar ese café con pan casero para que me firmara sus libros, y me dijera en qué andaba su curiosidad".
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