Tatiana López, quien también es criminóloga, convirtió una tarea de la universidad en una pieza clave de innovación en las ciencias forenses en el país
13/09/21 | 08:47am
En el año 2010 Tatiana López tenía que presentar un proyecto de la Universidad, ya trabajaba en el Poder Judicial y plasmó en su tarea, junto con su compañero, Alejandro Castillo, uno de los sueños que tenía desde años atrás, el diseño de un laboratorio donde se pudieran realizar, en condiciones adecuadas, los análisis de las escenas del crimen que fueron modificadas.
Una década después, su tarea evolucionó, el sueño se cumplió y el laboratorio se convirtió en una realidad y ha sido parte de las múltiples innovaciones que Costa Rica ha tenido en las ciencias forenses.
Durante este mes del bicentenario, en AmeliaRueda.com damos espacio a profesionales que no tienen límites, sueñan en grande, rompen barreras, superan obstáculos y marcan la historia.
A sus 49 años Tatiana López no duda en mirar el pasado y recordar cada uno de los obstáculos que fue atravesando para mejorar las técnicas de análisis de las escenas del crimen y, mejor aún, mira el futuro con ilusión porque aún tiene muchos sueños que cumplir.
López empezó a estudiar biología en la Universidad Nacional (UNA) en 1993, un año después (1994) empieza a enterarse sobre la biología forense, profesión que llevaba apenas tres años en el país.
Su interés se hacía cada vez más grande, y la vida presentó las oportunidades que doña Tatiana ocupaba, “no me gusta decir que fue una casualidad, digo que estaba en la línea de mi vida, con lo que yo me iba a topar, tener la oportunidad”.
“Para el año 1995 le piden a la única bióloga forense que había en el país que de una capacitación para bióloga de Honduras y ella dijo sí, pero que ella necesitaba ir entrenado personas. Se seleccionan tres estudiantes de la UNA y tres de la UCR para ir a recibir el curso con ella, el primer y único curso de biología forense que ha dado en el país y una de las seleccionadas fui yo.
“Cuando yo empiezo a conocer y estoy en el curso definitivamente yo dije: este es mi charco”, manifestó doña Tatiana en conversación vía telefónica con AmeliaRueda.com.
Explicó que en ese momento (al inicio de sus estudios) sólo pensaba en poder ayudar en los casos de crímenes relacionados con delitos sexuales, pensaba en ayudar a los niños, adultos mayores y a las mujeres cuando les pasaba algo y “que querían entender o tener una razón de ser”.
El curso de biología forense duró seis meses y desde entonces empezó la pasión. López es bióloga, criminóloga, criminalista y ha recibido múltiples capacitaciones en diversas áreas.
Tatiana tiene 49 años y 25 de ellos los ha dedicado a la búsqueda de pruebas, análisis de las escenas del crimen y mejora de técnicas.
Sabe que su trabajo representa mucha responsabilidad porque debe buscar las pruebas para aclarar muertes o crímenes.
“Una cosa muy importante es amar lo que hacemos, que nuestro trabajo sea una pasión, yo le puedo garantizar que yo amo lo que hago, para mi es una pasión”, dijo doña Tatiana al reconocer que a veces llega el cansancio y el exceso de trabajo, pero que no es posible detenerse porque hay muchas familias que requieren de respuestas.
“Yo siento que he ayudado a gente, que con mi pequeña labor desde cualquier aspecto, por más pequeño que sea, un engranaje más de toda esa investigación ayudo a la gente. Ayudo, tal vez, a una familia a entender un poco o a comprender un poco qué fue lo que pasó desde la perspectiva de que hay una prueba más que puede servir y que puede convertirse en una evidencia importante para ese caso, eso para mi es una gran satisfacción.
“Yo siempre lo veo así, yo aquí trabajo porque lo amo y me encanta el trabajo en escena, amo la escena, me apasiona en lo que trabajo; pero, trabajo además por una persona a la que le ocurrió algo, por la familia de esa víctima que queda y que espera que se lleve justicia, pero también trabajo por alguien que tiene que pagar por lo que hizo o por alguien a quien se le está juzgando por algo que no hizo, esa siempre es mi idea todos los días”, dijo la experta.
Su trabajo en el Poder Judicial inició en 1996 cuando la empezaron a llamar para hacer sustituciones y desde entonces, asegura, ama lo que hace y a la institución para la que trabaja.
“Estábamos, en ese momento, empezando las ciencias forenses, estaban arrancando y yo tuve la oportunidad de pasar por varias secciones, de bioquímica, toxicología, biología, incluso me tocó estar en áreas donde, básicamente, teníamos que arrancar de cero y definitivamente mi pasión se fue creando.
“De la mano de la parte científica yo siempre quería hacer más, cuando algo sentía que le hacía falta, que necesitaba encontrarle más a esa prueba, en la mente mía llovían un montón de ideas que quería desarrollar y todavía hoy en día, yo a veces le digo a mi cerebro -ya deje de inventar, no siga- porque cada vez que yo veo algo diferente y que sé que se puede hacer nuevo, pues siempre tengo como esas ganas de ir y cambiar, modificar y que podamos mejorar”, expresó López al contar que pese a que ha recibido múltiples capacitaciones de diversas áreas (balística, análisis de campo, manejo de escena, análisis de escritura y documento dudosos, entre otros) su “fuerte” es el manejo de la escena.
Su trabajo se ha desarrollado en el departamento de Ciencias Forenses y la Unidad Canina, justamente en este momento trabaja en un proyecto de mejora de técnicas.
“En este momento estoy a cargo de un proyecto que se llama la consolidación del equipo multidisciplinario y criminalística de campo y, la idea, es hacer un equipo donde trabajemos escenarios muy especializados, pero, además, dentro de mis labores y lo que yo tengo a cargo es todo lo que son las escenas, el análisis y recolección de indicios en escenas modificadas donde se presume que ha ocurrido un hecho de sangre y este se ha intentado borrar y por eso se llaman escenas modificadas, donde la sangre no se ve a simple vista, lo que llamamos nosotros análisis de sangre latente.
“También hacemos la búsqueda de indicios con sangre en escenas, ya sea en sitios cerrados como sitios abiertos, la búsqueda de restos humanos y en este momento ya tenemos también la parte de búsqueda de indicios con semen y a un futuro relativamente cercano, la búsqueda del olor humano a través de indicios, esto haciendo una mezcla o fusión, usando canes especializados y pruebas y equipos de laboratorio”, explicó.
Para realizar el trabajo doña Tatiana requiere de técnicas especializadas, el uso de luminol y bluestar “que es con lo que podemos ver la sangre cuando a simple vista no podemos verla”.
La experta recuerda que siempre soñó con tener un laboratorio que reuniera las condiciones adecuadas para trabajar, espacios amplios y posibilidades de hacer análisis especializados.
El sueño lo compartía con su entonces compañero de clase y actual Jefe de la Unidad Canina del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Alejandro Castillo, con quien ha desarrollado otros proyectos.
Esta tarea universitaria se convirtió en realidad en febrero del 2020 cuando se inauguró el Laboratorio de Criminalística Especializado en Búsqueda de Evidencia Traza (Lacebet), espacio creado gracias al apoyo económico de la Embajada de Estados Unidos.
“El laboratorio cuenta con espacios idóneos para trabajar con luz así como oscuridad, equipos de emergencias como para duchas o lavado de ojos en caso de emergencias, suelos especializados para que no se adhieran microorganismos, entre otros.
“También cuenta con un espacio para que las partes que deban o deseen estar pendientes durante las pruebas puedan visualizar las mismas. Es un espacio cerrado donde se tiene más control y disminuye la posibilidad de contaminación o pérdida de evidencia”, explicó la funcionaria.
Doña Tatiana recuerda con emoción todos los momentos que han ido marcado la evolución de las Ciencias Forenses en el país, “recuerdo cuando estábamos en pañales”, desde 1998 cuando se hizo el primer caso de búsqueda de sangre latente y conforme fueron conociendo nuevas técnicas y llegó en 2002 la lámpara de luz forense.
La experta explicó que las técnicas ocupan de oscuridad y eso los obligaba a tener que esperar que llegara la noche para poder empezar a realizar los análisis o bien, tapar con plástico negro un espacio para oscurecerlo, ahora esto no es necesario, porque el Lacebet tiene cuartos especializados y de gran tamaño para todo tipo de inspecciones, “incluso la de un tráiler”, dijo López.
La mejora en el espacio permite, además, dar capacitaciones al personal de nuevo ingreso y mostrar técnicas de trabajo en tiempo real.
La experta comentó que el interés de la Embajada de Estados Unidos por impulsar el laboratorio se dio un día en el que representantes diplomáticos visitaron el sitio y vieron al equipo de trabajo realizando un análisis de pruebas, “estábamos incómodos”, y ellos se acercaron a preguntar qué hacían.
“Yo les cuento algo rápido porque estábamos trabajando en la inspección de un vehículo y posteriormente ellos se reúnen con nosotros para que yo les explicara de la técnica que se había desarrollado y cuando ese señor, representante de la Embajada, conoce el proyecto y los logros de lo que se hacía en Costa Rica quedó sorprendido y dijo: -¿que necesitan para mejorar?- y yo le dije que no teníamos un lugar con condiciones ideales para hacer el trabajo de búsqueda de indicios traza y sangre latente.
“Él nos vio usando plásticos sobre el trabajo y nos vio trabajando bajo esas condiciones poco ideales y que en cualquier momento podía cuestionarse el trabajo porque se pudo haber contaminado o perdido evidencia y entonces a él le encantó lo que habíamos logrado. Entonces él nos dijo: -nosotros los apoyamos, ¿pero tenés una idea?- y yo le dije sí, y fue la tarea, el trabajo de la universidad, yo se los enseñé, les mostré el croquis que tenía y ahí fue donde entonces él nos dijo que esto iba a ser una realidad”, recuerda la experta.
Doña Tatiana comenta que otro de los logros que se han tenido en el área, es que se pudo establecer una metodología diferente de búsqueda de pruebas. Al lado de su compañero Castillo, lograron implementar la técnica donde primero se usa un can para dar los puntos de búsqueda y luego se utilizan las técnicas para hacer las búsquedas y oscurecer lugares.
“En este cambio de metodología de búsqueda de sangre latente usando canes y pruebas de laboratorio somos pioneros a nivel mundial, en otros países no se usa la parte canina y la científica”, agregó.
“Hoy en día lo que tenemos es un logro, hoy en día yo me siento sumamente feliz y orgullosa porque es un lugar donde se fusionaron mis dos ideas.
“Una idea de universidad y una idea de trabajo se fue haciendo como una bola de nieve, fue creciendo con el fin de mejorar la búsqueda de sangre latente. Yo cada vez que veo el laboratorio me siento feliz porque fueron muchos años trabajando en condiciones no ideales y hoy en día, ahí está, para lo que me quedé a mi de trabajar y para los que vengan a futuro. Eso definitivamente genera mucha alegría”, manifestó la experta.
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