Los estoicos soldados del papa prestaron juramento este sábado​

Los guardias suizos acompañan al pontífice desde hace más de 500 años

AFP

06/05/17 | 17:37pm

Los nuevos guardias suizos, estoicos soldados del papa, armados con alabardas y más de 500 años de historia, prestaron juramento este sábado prometiendo sacrificarse si es necesario por su Soberano Pontífice.

"Existen dos formas de defender al papa: con las armas y con la fe", resumió, como una evidencia, el comandante de la Guardia Suiza pontifical, Christoph Graf.

La alabarda, que suscita la curiosidad entre los visitantes de la Ciudad del Vaticano, es un arma puramente simbólica. El cuerpo de guardia, con 110 hombres, en ocasiones de civil, dispone también de armas mucho más modernas, cuyo emplazamiento es "un secreto".

El comandante exhibió satisfecho una protección papal insólita en la era de las amenazas terroristas internacionales: "el rosario". "Cada guardia recibe uno", precisó alardeando de su propiedad indestructible.

"¡Los guardias suizos deben dedicarse como misioneros!", insistió Christoph Graf a los 40 nuevos reclutas que prestaron juramento este sábado por la tarde (23 suizos germanófonos, 13 francófonos y cuatro italohablantes).

Se trata de la armada más antigua del mundo, que nació en 1506 con el reclutamiento de mercenarios suizos, reputados como invencibles por Julio II (el Papa de Miguel Ángel). Además, esta institución está abierta solamente a los católicos.

Este sábado por la tarde, los nuevos alabarderos escucharon el texto del juramento leído por el sacerdote: "Juro servir fielmente, lealmente y de buena fe al Soberano Pontificio y a sus sucesores legítimos, dedicarme a ellos con todas mis fuerzas, sacrificando, si es necesario, mi vida por su defensa".

En presencia de sus familias y de los más altos representantes de la Confederación Helvética, juraron aferrándose a su bandera con la mano izquierda y levantando la derecha con tres dedos en forma de abanico (símbolo de la Trinidad).

Para entrar en esta familia, en general por un periodo de dos años, hay que ser suizo, católico-romano practicante, soltero, tener entre 19 y 30 años y medir, al menos, 1,74 metros.

Como cada año, la ceremonia de certificación tiene lugar un 6 de mayo, día de la conmemoración de su resistencia en la defensa del papa Clemente VII, durante el saqueo de Roma por las tropas mercenarias de Carlos V (6 mayo de 1527). Durante esta batalla perdieron la vida 147 de ellos.

Dolor físico

Los reclutas enarbolaron el famoso uniforme en amarillo, azul y rojo, inspirado en el Renacimiento, colores, estos, de los Médici y los frescos de Rafael. Para esta ostentosa ceremonia, también portaron un casco metálico adornado con plumas de avestruz y una armadura.

Sin embargo, detrás del folclore se esconde un oficio físico y doloroso, con periodos de inmovilidad de una o dos horas.

Pascal Burch, un guardia germanófono en servicio desde hace un mes, lo constató: "Primero afecta a las rodillas, luego los pies duelen mucho y después los hombros". Pese a ello, el joven de 21 años describe el trabajo como "variado e interesante" y espera "reforzar un poco su fe y vivir una gran experiencia" en la vieja caserna vaticana.

"Hay momentos de dificultad física, te preguntas cosas pero resistes por la fe", manifestó su camarada francófono Dylan Voirol de 24 años, un veterano que llegó a la guardia hace 11 meses. Comenzó como centinela de honor pero ahora patrulla por la noche en todos los rincones de la Ciudad del Vaticano con un atuendo más práctico (pantalón y jubón azules).

"Por la noche, corremos por los jardines del Vaticano", si el papa no está, comentó. "Sabemos a qué hora sale, es una característica suiza, ser discreto", añadió.

Antes de ser soldado del pontífice, "un verdadero testimonio de fe", era un banquero suizo. Ahora, ocupa su tiempo libre tocando la trompeta en una banda o animando al equipo de fútbol de la casa. "Evidentemente estoy soltero, hay que estar concentrado", aseguró.

Este sábado por la mañana el santo pontífice los recibió con "un cordial saludo". Con un papa poco sensible al protocolo, el cuerpo de guardia espera conocerlo de forma más personal.

"El papa saluda a todo el mundo, antes no era así", valoró el comandante Graf acordándose de sus experiencias de juventud cuando "los guardias no hablaban jamás" con él.

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