Miles de sirios armenios refugiados en Líbano han vivido en carne propia el éxodo, del mismo modo que en su día lo hicieron sus antepasados
AFP
22/04/15 | 11:54am
Armenia conmemora el viernes el centenario de las masacres que le costaron millón y medio de muertos bajo el Imperio Otomano, a pesar de las críticas de Turquía, que sigue rechazando el término de genocidio para designar una de las páginas más negras del siglo XX.
Cientos de miles de personas son esperadas en Ereván para una ceremonia de conmemoración en el monumento dedicado a las víctimas del genocidio armenio. Entre los invitados, los presidentes ruso y francés, Vladimir Putin y François Hollande, respectivamente.
Cien años después, miles de sirios armenios refugiados en Líbano han vivido en carne propia el éxodo, como sus antepasados después de la terrible matanza de hace un siglo.
Maggie Melkonian cuenta el periplo que la llevó de Alepo, su ciudad del norte de Siria, a Líbano hace dos años debido a la guerra. "Nos fuimos exactamente igual que nuestros ancestros ... Sin nada", dice.
Junto con su hija, yerno y nietos, Maggie se refugió en el barrio armenio de Burj Hamud, a unos kilómetros al nordeste de Beirut. Pero su marido se quedó en Alepo, negándose a dejarlo todo, como tuvieron que hacer los armenios en 1915.
"Vivimos un segundo genocidio. Nuestro pueblo muere de nuevo", lamenta Maggie con voz entrecortada.
Aunque en Ereván y otras ciudades las matanzas de hace cien años se cobraron 1,5 millones de vidas en una campaña de eliminación sistemática, Ankara sólo reconoce la muerte de unas 500.000 víctimas de grupos armados o de hambruna, y rechaza categóricamente la palabra "genocidio".
En Burj Hamud, esta palabra se encuentra en boca de todos y los muros están llenos de insultos a Ankara.
"Nos acordamos y reclamamos", se lee en las pancartas colgadas con motivo del centenario, en referencia a la petición para que Ankara reconozca el término de "genocidio".
Muchos de ellos hacen un paralelismo entre la tragedia de sus antepasados y actos violentos, como el ataque rebelde a la localidad armenia de Kasab (norte) o la destrucción de una iglesia armenia en Deir Ezor, que contenía los restos de víctimas de 1915.
"Tengo la sensación de que la historia se repite. Estamos extenuados. Durante todos estos años, no hemos tenido la sensación de tranquilidad", confiesa Maral Giloyan, de 30 años.
Maral se ha refugiado por segunda vez. Su familia huyó en 2005 de Bagdad después de la invasión estadounidense. Y se instaló en Alepo, donde Maral se casó con un sirio armenio con el que tuvo tres hijos. Pero también se vio obligada a huir de ese país cuando su marido resultó herido por un disparo de mortero.
"Quiero vivir en paz, pero no he conocido más que la guerra", asegura.
La comunidad armenia siria estaba constituida antes de la crisis por 150.000 personas, sobre todo en Alepo, pero la mitad tuvo que partir del país, como buena parte del resto de la población.
Alexan Keuchkerian, miembro del partido armenio Hunchak en Líbano, reconoce que todos los sirios sufren, no sólo los armenios. "Pero para nosotros -dice- es un segundo éxodo, una doble herida. El dolor se repite".
Sus antepasados habían sido expulsados en 1915 de Cilicia, una región de Anatolia actualmente perteneciente a Turquía, para instalarse en Líbano.
Durante la guerra civil libanesa (1975-1990) se refugiaron en Alepo y cuando comenzó la contienda bélica en Siria tuvieron que desandar el camino.
"Algunos armenios tienen la sensación de vivir una migración sin fin", afirma.
Buena parte de los aproximadamente 10.000 refugiados sirios armenios en Líbano contaron con el apoyo de la Asociación Howard Karagheusian que ofrece en Burj Hamud atención médica y clases de lengua a aquellos que lo necesiten.
Las historias que cuentan a su llegada al centro recuerdan las de sus abuelos. "No es, por supuesto, a la misma escala, pero es difícil no pensar que la historia se repite", confiesa Christine Sarkisian, una empleada.
Y esto refuerza la idea de que "tenemos que estar preparados para huir de nuevo".
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