Una ventana al alma de las montañas invisibles​

La fotógrafa ​Melanie Wells-Alvarado lleva 20 años construyendo un mapa que visibilice a la población indígena costarricense; este martes inaugura una parte de la ruta

21/03/17 | 12:28pm

A Window into the Soul no es una exposición fotográfica, o no únicamente. Melanie Wells-Alvarado, su autora, lleva 20 años fotografiando comunidades cabécares costarricenses y, casi desde el principio, resolvió que el suyo sería un proyecto de largo plazo. ¿Cuán largo? Lo que hiciera falta. Empezó en 1996 y todavía no termina. Retrató la vida cotidiana y a los pobladores de comunidades como Grano de Oro, Cöen, Boca Cöen, Tsipirí y Kokötei, y aunque en su archivo tiene cerca de 3000 imágenes, aún no está lista para guardar la cámara.

De todo ese caudal, la fotógrafa tico-estadounidese seleccionó una pequeñísima parte –apenas 17 imágenes– para montar ‘A Window into the Soul-Costa Rica Cabécar’, una muestra en blanco y negro en pequeño y mediano formato, que se inaugura este martes 21, a las 7:30 p. m, en el Centro Cultural Costarricense Norteamericano, en Los Yoses. Ella espera que sea el primero de muchos pasos para materializar una colección trilingüe de libros sobre la Costa Rica indígena.

“El proyecto tuvo que madurar muchísimo conmigo”, explica Melanie. “Era una responsabilidad tan gigantesca visibilizar una comunidad, y prever cuáles serían las consecuencias de hacerlo... Cuando le das luz a algo, inevitablemente hay un cambio sobre eso que de pronto se ilumina”.

Colaborando en la cocina – Tsimari Sä jile wa̱te̱ ñara

La fotógrafa describe estas dos décadas de trabajo como un ‘diálogo’ cuyo objetivo sigue siendo dar visibilidad social y cultural a estas comunidades a través de la fotografía y, ojalá, de una serie de publicaciones.

“Si sos invisible y nadie sabe que existís, ¿cómo te van a dar apoyo?”, se pregunta. “Y aunque son comunidades relegadas, que han quedado al margen del resto de la sociedad, quería presentarlas desde el lugar de dignidad y respeto que ellos nos brindan, y que también merecen”.

Persistencia autobiográfica

Sus viajes a territorio cabécar empezaron en 1996, cuando Melanie no sabía la empresa que tenía por delante y ni siquiera vivía en Costa Rica. Hija de madre tica y padre gringo, le bastaba con liberar algunos de sus mejores recuerdos de infancia –especialmente los relatos de su papá sobre sus viajes a Talamanca en helicóptero– para admitir una urgencia: conocer los territorios indígenas costarricenses.

Entre hermanas – Kokötei Sa̱ ka̱pakäte̱

Incluso hoy le cuesta creer que las poblaciones originarias locales existan en la frontera de la invisibilidad. “El Museo del Oro es divino y el del Jade es precioso, pero ¿por qué no preservamos también la cultura que aún existe, la que está viva?”, interroga.

Desde entonces, sus viajes han sido intermitentes, pero constantes. Los periodos que ha pasado en lugares como Alto Cöen o Tsimari le han servido para sostener su cámara y ese diálogo que ya dura 20 años. Como los sujetos de sus fotografías, también aprendió a sortear precipicios, cruzar ríos, atravesar montañas y salir del barro. “Desde un principio quedé enamorada de esa mezcla de pureza y fortaleza que tienen los cabécares. Sus condiciones de vida son completamente adversas y cada cosa que hacen implica una gran lucha”, asegura.

Cosechando bananos verdes – Tsimari Chimo wäkju̱e

Melanie dejó Estados Unidos y se trasladó a vivir ‘permanentemente’ a Costa Rica hace 10 años, pero no es sino hasta ahora que su proyecto editorial empezó a tomar forma. El primero de los ocho libros que planea realizar sería el de los cabécares, para el cual ya cuenta con editor fotográfico, diseñadora y la colaboración de la periodista y educadora Victoria C. Fontan. “Ya puedo ver las fotos en el papel”, dice. “Solo falta el financiamiento”.

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