La anorexia es el trastorno asociado a las comidas más común en los adultos mayores, asegura experta
08/08/16 | 12:25pm
Relacionar la pérdida de peso y apetito con el proceso normal del envejecimiento, es uno de los errores más comunes cuando se trata de detectar de manera temprana un desorden alimentario, como la anorexia.
De acuerdo con la geriatra experta en nutrición del Hospital Raúl Blanco Cervantes, Isabel Barrientos, los familiares o cuidadores son propensos a pensar que ambas condiciones son normales en la vejez.
Por ello, fue enfática en que si bien es cierto que el proceso de envejecimiento implica un descenso de la masa muscular y, con ello, una disminución de la ingesta calórica, esto no quiere decir que el paciente deje de comer o presente pérdida de peso.
"No se justifica que un adulto mayor tengo una ingesta muy reducida o muy baja, estamos hablando de que de los 50 a los 80 años, la reducción puede ser de 250 calorías, muy poco. La cantidad de comida no debe disminuir", afirmó la geriatra.
Así las cosas, tanto el descenso de peso como la pérdida de apetito sin razón aparente destacan como "síntomas de alerta" de un posible caso de rechazo a la comida u otra condición subyacente.
"Si se presentan - estos signos- debemos pensar en algún factor orgánico que esté influyendo en el adulto mayor y se debe buscar ayuda médica de inmediato", indicó la doctora Barrientos, quien agregó que el trastorno más frecuente en esta población es la anorexia, síndrome que provoca aversión contra los alimentos.
Para el geriatra del Hospital Raúl Blanco Cervantes, Fabián Madrigal, existen diversos escenarios en la vida de un adulto mayor que pueden disparar o acentuar un trastorno de alimentación.
Por ejemplo, el comienzo de un nuevo tratamiento, estar atravesando por un duelo y las primeras manifestaciones de un deterioro cognitivo destacan como posibles factores de riesgo para la anorexia.
La doctora Barrientos precisó que la depresión es una condición que con frecuencia genera trastornos de alimentación en esta población, por ello es esencial una valoración médica.
Otro aspecto es la ansiedad por problemas económicos o conflictos con algún miembro de la familia.
Abuelitos viudos o que viven solos son los que están más expuestos a desarrollar problemas de este tipo, acotó la geriatra.
Ambos especialistas coincidieron en que una vez que se diagnostica la anorexia, la respuesta suele ser muy positiva, ya que contrario a lo que se piensa, el adulto mayor íi es muy receptivo a aprender sobre alimentación.
No obstante, tenga presente que se trata de un proceso paulatino, en el cual el paciente empieza a incorporar poco a poco más alimentos, por eso se desaconseja presionarlo.
"No se le puede poner un plato lleno de comida porque no se lo va a comer; al contrario, se debe trabajar con meriendas y fraccionar los tiempos", recomendó la geriatra.
Según cifras proporcionadas por la experta, de 10 a un 15 por ciento de los adultos mayores que visitan los Ebais presentan un descenso en la ingesta de alimentos y a nivel del hospital, entre un 70 y 80 por ciento.
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