Han pasado 17 años desde que México y el resto del mundo se enterara de que la extraña seguidilla de cruentos asesinatos de adultas mayores había sido ejecutada por Juana Barraza, una excompetidora de lucha libre que asesinó al menos a 17 señoras, aunque las autoridades en su momento aseguraron que la cifra era mayor y se le han atribuido más de 40.
Antes de narrar la historia de Barraza, quien a su vez tuvo una cruenta y complicada infancia, hay que decir que fue la plataforma de Netflix la que revivió el caso hace una semana, al incluirla en su catálogo como parte de su oferta de True Crime.
Pero recién trascendió, ante la extrañeza de centenares de suscriptores, que La Dama del Silencio: El caso ‘Mataviejitas’ dejó de estar disponible y la compañía explicó que habían tenido un problema con las licencias de la serie.
Sorpresivamente y sin mayor anuncio, este miércoles por la noche el true crime regresó a la plataforma, para satisfacción de quienes se quedaron sin verla o, peor, quienes la dejaron a medias y ya luego no la encontraron.
Como es usual con los documentales de crímenes verdaderos, desde su lanzamiento la historia de Juana Barraza no tardó en ocupar los primeros lugares de audiencia y en acaparar reportajes de prensa en todo el continente y más allá.
Una de sus primeras fotografías para el prontuario judicial, año 2006. Hoy tiene 65 años. (AFP)
De acuerdo con distintas recopilaciones, Barraza fue detenida en 2006 tras asesinar a una mujer de la tercera edad pero, a diferencia de sus crímenes anteriores en las que no pudo ser identificada, en este caso cometió varios errores que culminaron con su detención: pronto su modus operandi coincidió con otros de sus crímenes y fue así como se supo que las autoridades estaban tratando con una asesina en serie.
Conforme el caso se fue decantando todo parecía cada vez más surrealista: la asesina en serie había competido en lucha libre y su mote no podía ser más emblemático: "La dama del silencio".
Siempre según las crónicas de entonces, en uno de los casos más mediáticos en la historia criminal de México, el 25 de enero del 2006 Juana se levantó, alistó a sus hijos menores, José y Emma (tuvo siete, todos de padres diferentes) para que se fueran a la escuela, no sin antes prepararles el desayuno y luego repitió una rutina que venía ejecutando durante los últimos años: salir de su casa para ofrecer sus servicios como empleada doméstica... y también como una macabra guadaña express.
Los asesinatos fueron perpetrados entre 1998 y el 2006, en lo que se convirtió en un verdadero quebradero de cabeza para la la policía mexicana, pues incluso el modus operandi no tenía explicación alguna: sus ancianas víctimas sufrían una violenta muerte por la desmedida fuerza con la que se les aplicaba técnicas de estrangulamiento y asfixia. Pronto los detectives se percataron de que el asesino --por años se sospechó que se trataba de un hombre o una persona trans-- era diestro y conocedor de técnicas de lucha.
Pero las pistas llegaban a cuentagotas. A principios de los 2000, la historia de La Mataviejitas tenía a la Ciudad de México y al país entero sumido en el estupor, no solo porque se trataba de uno de los primeros casos de asesinatos seriales en la ciudad, sino también por el tipo de víctimas que la asesina elegía.
La Mataviejitas, como su nombre propone, mataba a personas mayores, y eso no solo causó miedo y paranoia, también mucha indignación.
Eso sí, la manera de acabar con las víctimas empezó a llamar la atención, pues parecían técnicas de lucha. Pero fue aquel su último crimen el que le valió la detención y posterior proceso.
Juana, encarnando a su personaje, 'La dama del silencio'. Foto Super Luchas.
El portal Infobae México realizó una reconstrucción los hechos aquel día. Serían las 11 de la mañana del 25 de enero del 2006 cuando Juana merodeaba por la calle José Jasso, en la colonia Moctezuma, a todas luces en busca de su próxima víctima.
En eso divisó a una señora mayor, doña Ana María, quien era viuda y le alquilaba una habitación a un joven, al que le preparaba el desayuno todos los días.
La señora regresaba de hacer un mandado, cargada de bolsas y caminando trabajosamente, cuando Barraza se le acercó y le ofreció ayuda. Ya en el departamento de la mujer, Juana activó su modus operandi, le dijo que trabajaba por horas lavando y planchando ropa, no se pusieron de acuerdo en el monto que cobraba la doméstica y, en medio del dime y direte, Juana tomó un estetoscopio y sin más ni más, usó el cordón de caucho y ahorcó a Ana María hasta asfixiarla.
Huyó de inmediato pero nunca imaginó que el joven inquilino llegara al lugar, se encontró a la señora ya fallecida, llamó a la policía y, tras una breve persecución, atraparon a Barraza, cuyos rasgos coincidían con el retrato hablado de un asesino serial que los medios de comunicación habían nombrado "La Mataviejitas" (no se sabía si era hombre o mujer pero las pistas señalaban que el o la culpable, vestía de mujer).
De cuando en cuando, medios mundiales han vuelto sobre la historia, incluso mucho antes de que Netflix la pusiera en la palestra.
En abril del 2021 el diario español La Vanguardia retomó la historia e incluso aseguró, como lo han dicho otros medios durante todos estos años, que en realidad Asaltó y mató a 48 víctimas disfrazada de enfermera y trabajadora social, pero solo la acusaron de 17 crímenes.
La reseña de la infancia de Juana podría explicar --que no justificar, aunque ese es otro tema-- cómo se le torció la vida llevando a la muerte a saber cuántas vidas inocentes.
Nacida el 27 de diciembre de 1957 en Epazoyucan (México), Juana Barraza Samperio tuvo una infancia disfuncional marcada por el asesinato de su hermano mayor y por una madre alcohólica que la “regalaba” al mejor postor para que abusaran sexualmente de ella a cambio de unas cervezas, narra la periodista Mónica Álvarez en su crónica.
“Cuando tenía 11 años mi mamá le dijo a un señor que era joven, pero yo tenía 11 años y para mí era un señor de 26 años. ‘Dame unas cervezas y te llevas a mi hija’”, contaba Juana. Y recordaba que “cuando él abusó de mí, me tuvo que amarrar en la cama para poderme tocar”.
Aquella dramática experiencia fue el motivo que llevó a Juana a convertirse en una asesina en serie años después. O por lo menos, así lo justificaba ella.
Quienes pudimos ver el documental de Netflix, tuvimos testimonios de primera mano, muy a tono con el relato de La Vanguardia.
Tras los hechos narrados sobre su infancia, poco más se sabe de la vida de Juana salvo que, hasta que cometió los asesinatos, estudió enfermería, o al menos, adquirió ciertos conocimientos médicos, trabajó en el comercio, como la venta de palomitas de maíz, e incluso, fue luchadora profesional de lucha libre con el ya mencionado pseudónimo de ‘La Dama del Silencio’.
Una vez que salía del cuadrilátero, Juana se disfrazaba de enfermera o de trabajadora social del Gobierno, y se ganaba la confianza de mujeres de la tercera edad que vivían solas. Para que el engaño surtiera efecto, la criminal llevaba siempre consigo un estetoscopio y un carnet falso, y animaba a sus víctimas a que se anotaran en un programa social para personas mayores. Todas la abrían la puerta sin vacilar, pero una vez en el interior Juana actuaba con gran violencia, con los resultados consabidos.
Tras su detención por el crimen de doña Ana María, durante su declaración Juana justificó su lo ocurrido alegando una “necesidad económica”, pero en cuanto los agentes la presionaron un poco más, la detenida encontró otra razón de peso. “Yo odiaba a las señoras, porque mi mamá me maltrataba, me pegaba, siempre me maldecía y me regaló con un señor grande”, afirmó.
La mujer se convirtió en un dolor de cabeza para la policía mexicana (Netflix)
A lo largo del proceso judicial, Juana admitió ser culpable de un solo asesinato, el de Ana María de los Reyes, y negó su participación en el resto de homicidios que se le imputaban. La Fiscalía la acusó de un total de 48.
En la primavera de 2008, el juez la encontró culpable de 17 homicidios y de robo agravado, y fue sentenciada a 759 años de prisión. Tenía 48 años, hoy tiene 65. “No estoy de acuerdo, es injusto, no voy a firmar nada. Voy a apelar porque no estoy de acuerdo, y ahí está Dios y sabe que no soy yo, porque siguen matando viejitas”, declaró la propia Barraza tras conocer la condena. Además, aseguró “ser honesta y honrada, y respetar a mis superiores y a las personas de la tercera edad”.
Un dato que no trascendió en el documental de Netflix, a menos que se haya pasado muy rápido, fue que en el 2015 Juana se casó con otro privado de libertad con el que había establecido una relación por correspondencia.
El matrimonio duró solo un año. “Al vernos, el amor se esfumó”, explicó la presa al pedir el divorcio. Parece ser que el romance había sido meramente epistolar. Tras el fiasco sentimental, ‘La Mataviejitas’ prefiere pasar los días en la cocina de la cárcel y que nadie le hable de amor. Ni siquiera ha dado muestras de arrepentimiento. “Estoy aquí por un error”, sigue insistiendo.
Al menos eso dijo a La Vanguardia más de dos años atrás y, a pesar de que en todos estos años no pocos medios se han hecho con la historia, la retrospectiva de Netflix la puso en el ojo continental, cuidado y si no, global.
Aún este jueves 3 de agosto varios medios internacionales escribían titulares sobre el éxito obtenido en Netflix a pocas horas del lanzamiento de La Dama del Silencio: El caso de la Mataviejitas, mientras las críticas y protestas contra la plataforma se multiplicaron estos días por no haber tenido oportunidad de ver el documental.
Para tranquilidad de miles, el problema se resolvió y la Mataviejitas está de nuevo en Netflix. Lo que sí trascendió antes del estreno fueron las declaraciones de la realizadora María José Cuevas, quien reflexionó sobre su producción: “Todos sabemos quién es La Mataviejitas, es parte del imaginario colectivo, pero en un caso tan mediático, lo que cayó al olvido se volvió lo más importante para mí. Este no es solo un documental que se enfoca en Juana Barraza; sino que arroja luz sobre las víctimas que perdieron la vida y también sobre las víctimas de nuestro sistema de justicia.
"El caso que se muestra en el documental de true crime no sucedió hace mucho, pero sin duda hemos dejado de pensar en él o en su autora, Juana Barraza, y es momento de recordar un poco de esa historia y de lo que sucedió con los asesinatos".
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