Por Yuri Jiménez y medios internacionales
"Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos", una de las tantas frases de pesar del brillante científico estadounidense de origen judío, Robert Oppenheimer, el arrepentido padre de la bomba atómica.
Quien tiene a medio planeta devolviéndose hacia un episodio que cambió nada menos que el viraje del planeta en 1945, cuando "se estrenó" la bomba atómica es el prestigioso cineasta Christopher Nolan, quien se asoció con Universal Studios, que aceptó las gigantescas condiciones del cineasta y hoy el filme está a horas de su estreno mundial, este 20 de julio.
Los detalles del ambicioso filme han sido revelados a cuenta gotas y, por todas las razones, promete ser una película documental que será épica.
Incluso, el espectacular Nolan reveló que las secuencias en blanco y negro son reales y las que van a color, son actuadas --que no ficcionadas--, para mayor comprensión del espectador.
Pero, simultáneamente, medios internacionales ha vuelto sobre la historia real de Robert Oppenheimer, un genio de la física que lideró a sus colegas científicos para desarrollar, nada menos, que la bomba atómica que posteriormente fue lanzada sobre Hiroshima y, tres días después, en Nagasaki, ambas en Japón, en agosto de 1945 y que, dejaría miles de fallecidos y otros miles de sobrevivientes que lucharon con las dantescas secuelas por el resto de sus vidas.
Albert Einstein y Robert Oppenheimer en uno de sus encuentros, en una foto fechada en 1950. Foto Wikimedia.
A la postre, la bomba atómica lograría su cometido de terminar de una vez por todas con la II Guerra Mundial, pero a un costo impensable, no solo por las víctimas inocentes que murieron o sobrevivieron con secuelas, sino porque los propios creadores de la bomba atómica, liderados por Oppenheimer, se arrepentirían --algunos, enloquecerían--, tras percatarse de la dimensión de lo que habían decantado. Un costo-beneficio gigantesco, a no dudarlo.
Antes de proseguir, se impone el resumen de la hoja de vida del célebre y difícilmente escrutable personaje.
La centenaria cadena británica ha sido uno de los medios de comunicación a nivel mundial capaz en volver sobre la --aún hoy-- impredecible personalidad de Oppenheimer.
De acuerdo con varias de sus biografías oficiales, Oppenheimer nació en 1904 en Nueva York y estudió en la Universidad de Harvard. Ya en 1929 había logrado doctorarse en la Universidad de Gotinga, Alemania, donde estudió mecánica cuántica con el futuro nobel Max Born.
Después fue profesor en el Instituto Tecnológico de California, antes de ocupar un puesto docente en la Universidad de California, Berkeley.
En esa época se dedicó a trabajar en algunos de los problemas y teorías más complejos de la física y que culminaron con relevantes avances en física nuclear.
En los años treinta, el ascenso del nazismo en Alemania develó su interés por la política y los asuntos internacionales y pronto se inmiscuyó de lleno: ayudó a científicos a huir del régimen, reunió fondos para la causa republicana en la guerra civil española, y la muerte de su padre en 1937 le dejó una herencia, con parte de la cual financió actividades antifascistas y causas progresistas en Estados Unidos.
Aquí empezaron los primeros contrastes de su vida, pues para entonces, el FBI ya le hacía seguimientos por su relación con miembros del Partido Comunista estadounidense.
La ruta hacia Hiroshima y Nagasaki se decantaría con la implosión de la II Guerra Mundial.
En una cronología publicada por la BBC en estos días, con motivo del estreno de la película Oppenheimer, se lee:
"Era la madrugada del 16 de julio de 1945 y Robert Oppenheimer esperaba en un búnker de control el momento que cambiaría el mundo. A unos 10 km de distancia, la primera prueba de una bomba atómica en la historia, cuyo nombre código era 'Trinity', estaba programada para llevarse a cabo en las pálidas arenas del desierto Jornada del Muerto, en Nuevo México.
"Oppenheimer era el retrato vivo del agotamiento nervioso. Siempre fue delgado, pero después de tres años como director del "Proyecto Y", el brazo científico del 'Distrito de Ingenieros de Manhattan' que había diseñado y construido la bomba, su peso se había reducido a poco más de 52 kg: lucía extremadamente delgado para sus 1,78 metros de estatura".
Sus distintas reseñas biográficas coinciden en que, por esos días, dormía acaso tres o cuatro horas por noche, preso de la ansiedad y de la tos de fumador empedernido que empezaba a pasarle factura.
Había dormido sólo cuatro horas esa noche, desvelado por la ansiedad y la tos de fumador.
Siempre según la crónica de BBC, ese 16 de julio de 1945 se convirtió en un parteaguas en la vida de Oppenheimer, descrita por los historiadores Kai Bird y Martin J Shirwin en su biografía de 2005 American Prometheus, que sirvió de base para la nueva película biográfica que está a punto de estrenarse.
En los minutos finales de la cuenta regresiva, como cuentan Bird y Sherwin en su libro, un general del ejército observó de cerca el estado de ánimo de Oppenheimer: "El Dr. Oppenheimer... se puso más tenso a medida que transcurrían los últimos segundos. Apenas respiraba...", relató.
Sus actitudes, una vez que ocurrió la primera explosión, que eclipsó al Sol, parecen seguir siendo ambivalentes, confusas, inexpugnables.
"Con una fuerza equivalente a 21 kilotoneladas de TNT, la detonación fue la más grande jamás vista. Creó una onda de choque que se sintió a 160 km de distancia.
"Mientras el rugido envolvía el paisaje y la nube en forma de hongo se elevaba en el cielo, la expresión de tensión de Oppenheimer se relajó en una de 'tremendo alivio'", narraron sus mencionados biógrafos.
Bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, 6 y 9 de agosto de 1945. (Foto Wikipedia)
Minutos después, el amigo y colega de Oppenheimer, Isidor Rabi, lo vio de lejos: "Nunca olvidaré su forma de caminar, nunca olvidaré la forma en que salió del auto... su forma de caminar era como de alguien que está en la cima... . este tipo de pavoneo. Él lo había logrado".
En entrevistas realizadas en la década de 1960, Oppenheimer agregó una capa de gravedad a su reacción, afirmando que, en los momentos posteriores a la detonación, una línea del texto hindú Bhagavad Gita, había venido a su mente: "Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos".
De acuerdo con las reseñas actuales de los hechos, entre ellas la cadena CNN y el portal Hipertextual, la caída de las dos bombas que seguían la tecnología de Little Boy y Fat Man sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial, a costa de segar millones de vidas.
El propio Oppenheimer reconocería después su rechazo a lo que se había hecho con las bombas que nacieron en su laboratorio.
Pero en aquel momento él ya no era encargado del Proyecto Manhattan: su dirección había pasado a manos del ejército de los Estados Unidos.
"Fue así como se demostró que la ciencia, puesta al servicio de la guerra, puede salvar millones de vidas, pero también puede destruirlas. Fue lo que ocurrió cuando germinó una semilla cuya siembra podremos ver pronto en la nueva película de Cristopher Nolan", editorializa CNN.
A manera de epílogo de esta historia repleta de bemoles y vericuetos, la revista National Geographic recién publicó una síntesis sobre los años posteriores al lanzamiento de las bombas.
"Robert Oppenheimer, el hombre que contribuyó de un modo decisivo a poner fin a la Segunda Guerra Mundial con el arma más devastadora creada por el ser humano, la bomba atómica, tuvo un auténtico dilema moral tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, y también tuvo que hacer frente a acusaciones que lo tildaban de ser comunista, por lo que fue llevado ante la justicia".
En un cierre bastante emblemático, NatGeo resume en una anécdota cómo vivió Oppenheimer sus últimos años, antes de fallecer en 1967 a causa de un cáncer en la laringe.
"Oppenheimer se dedicó en cuerpo y alma al éxito del Proyecto Manhattan. Pero tras el estallido de las dos bombas atómicas en suelo japonés, el orgullo que había sentido Oppenheimer tras las pruebas de Nuevo México se convirtió en un terrible sentimiento de culpa. En una visita al presidente Harry S. Truman, Oppenheimer, y frente a un sorprendido presidente, dijo que sentía tener las manos manchadas de sangre´'. Cuando el científico salió, Truman, con el semblante demudado y visiblemente molesto, dijo que no quería volver a ver a nunca más "este mal nacido".
A partir de este jueves 20 de julio los costarricenses podrán disfrutar de la pelíucla Oppenheimer en el cine. En el Magaly habrá una tanda a las 3:30 p.m. y otra a las 7 p.m.
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