Inspirado por una tradición africana, el dodgeball, un juego similar al balón prisionero, está en auge en Costa de Marfil, donde desde el sábado se disputa el torneo continental de un deporte que según sus adeptos impulsa la cohesión social.
Las reglas de este juego son simples: los contendientes, divididos en equipos de seis integrantes, deben intentar eliminar a sus adversarios tocándoles con un balón en un terreno de una dimensión similar a una cancha de voleibol.
El juego, en otras versiones, es popular en otros puntos del planeta y se está desarrollando ahora en África, especialmente en Costa de Marfil, donde se creó una federación en 2020 que cuenta con 16 clubes y 1.500 licencias.
Para la jugadora marfileña Ruth Combe, el dodgeball supone, por encima de todo, una vía de "comunicación".
"Dos personas que no son de la misma religión o de la misma etnia llegan a comunicarse, a cohabitar juntas", señala esta joven de 20 años.
El mismo apunte hace la presidenta de la Federación Marfileña de Dodgeball, Josiane Yao, que considera que esta disciplina es "una herramienta de paz y cohesión social".
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"Es un deporte accesible, con reglas fáciles y abierto a todas las comunidades", explica esta mujer, que sueña con que algún día el dodgeball sea deporte olímpico.
Es además uno de los pocos deportes en los que existe una categoría mixta, en la que hombres y mujeres compiten juntos.
"Como mujer, es un placer jugar junto a los hombres, te da más fuerza", sonríe Asita Kourouma, capitana del equipo femenino. A sus 24 años y después de cuatro practicándolo, el dodgeball se ha convertido en una "pasión".
Abiyán acoge desde el sábado, y durante una semana, a 15 naciones africanas para un campeonato continental de este deporte que sería el equivalente a la Copa de África (CAN) de fútbol.
La anfitriona Costa de Marfil es la defensora del título, conseguido hace dos años en Marruecos.
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Las raíces de este juego son otro motivo de orgullo para los practicantes de dodgeball en este país.
"Este deporte, nacido en África, debería ser adoptado y promovido entre todos los africanos", afirma a la AFP Josiane Yao.
Popularizado en las escuelas en distintos lugares del mundo como balón prisionero o dodgeball, tendría sus orígenes en África en el siglo XIX.
Entonces no era un juego, sino que formaba parte de un entrenamiento violento y se practicaba con piedras.
"Se puede decir que era un deporte de combate", precisa Josiane Yao.
Intrigado por esta práctica, un misionero inglés, James H. Carlisle, lo importó a su país y reemplazó las piedras por un balón de cuero.
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A principios del siglo XX, un estadounidense, Phillip Ferguson, estableció las reglas oficiales del juego y lo popularizó en las universidades, cuenta Yao, que señala que se practica actualmente "en 150 países, de ellos 29 en África".
"Es un deporte que se ha estructurado realmente en los últimos años, sobre todo en Costa de Marfil, apunta Hermann Soro, entrenador del equipo nacional de su país.
Él es el responsable de que los Elefantes llegaran a octavos de final en el Mundial, disputado el año pasado en Austria.
"Comenzamos con pequeños torneos internos", explica el técnico, orgulloso de que Costa de Marfil sea ahora sede de la competición continental.
"Tenemos niños aquí que tienen mucho talento, pero a veces se pierden un poco en divertirse", apunta, deseando que poco a poco su disciplina gane en seriedad y se equipare al resto de deportes.
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